Un diputado misionero, en el parlamento, hace honor a la tradición matera.
Un diputado misionero, en el parlamento, hace honor a la tradición matera.

Leopoldo Marechal en su «Adán BuenosAyres», citando palabras que el Diablo le decía a un interlocutor, escribió lo que sigue: «Sepa que progreso es uno de los nombres que suelo adoptar cuando quiero viajar de incógnito».

En Baradero, que anualmente es sede de la Fiesta Provincial del Mate, se ha hecho visible que en los últimos años, a instancias de cierta modernidad, el mate propiamente dicho, es decir la vasija en la que se coloca la yerba, ha sido fabricada de vidrio, de plástico, de goma sintética y similares materiales, todos los que posibilitan darle un múltiple y llamativo colorido al utensilio que, desde el punto de vista estético, resulta hermoso, no cabe duda, pero llegado el punto de interrogarse si el mate cumple con su finalidad principal es cuando comienzan los cuestionamientos.

Los mates de "la modernidad".
Los mates de «la modernidad».

El entrerriano Amaro Villanueva, escribió el libro más importante que existe en nuestro país dedicado al tema: «El mate, arte de cebar» es su título. El autor dedicó ocho años al estudio previo y tres a la escritura por lo que no se trata, el trabajo, de una obra menor sino de algo serio, documentado y científico a punto tal que colaboró con el autor la Universidad Nacional de Buenos Aires para encontrar la explicación de algunas cosas que se conocían empíricamente pero, en cambio, se desconocían razones científicas que Villanueva encontró y detalló en su libro.

Yendo al punto, se explica que el mate de calabaza posee una cualidad por la cual ha sido elegido para cebar; la consistencia leñosa de la corteza hace que, cebando, la infusión vaya penetrando en las paredes del mate y eso implica que cuanto más tiempo se lo usa mejor sabor va adquiriendo. Dicho sea de paso, por esta razón es que el mate no debe lavarse cuando se termina una mateada, sino que hay que sacarle toda la yerba que se pueda y dejarlo boca abajo, apoyado sobre la bombilla para que entre aire y termine, así, por secarse; conseguido esto se quitará con los dedos la yerba que pudo haber quedado adherida a las paredes y ya está listo para ser usado nuevamente.

Villanueva cita como ejemplo un refrán que dice así: «El mate es como las botas, las más lindas son las rotas…» y hace analogía con el hecho de que, cuando el mate es muy usado, termina roto y es cuando mejor sabor había adquirido la calabacita. Con lo dicho queda claro que estos mates modernos, poco pueden aportar en el mismo sentido por lo que, para el que gusta yerbear, significa lo mismo que utilizar un vaso de vidrio, cosa que todo buen mateador rechazaría.

El autor cierra el comentario del tema diciendo lo que sigue: «Para cebar mate existen tres elementos insustituibles: la yerba, el agua… y la calabacita». Hay que dejar aclarado que también cumplen con la recomendación los fabricados en madera, con la salvedad que en algunos casos le trasmiten sabor a la infusión y en casi todos, terminan por rajarse a corto plazo.

Gabriel Moretti

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