El único preso por el robo al camión repartidor en la intersección de Oliveira Cézar y Rivadavia donde falleció el agente de la Policía Local expondrá en su defensa que “casualmente y a más de una cuadra y media” del hecho fue asaltado y herido por un delincuente que quiso arrebatarle el dinero que tenía para pagar un alquiler.

A casi tres meses del brutal asesinato del agente de la Policía local Nelson Lillo en el marco de un robo a un camión repartidor de galletitas de Baradero en la intersección de Oliveira Cézar y Rivadavia, la defensa de Roberto Branto Ayala, único detenido e imputado por el crimen, trabaja en la presentación de la declaración que hará ante la justicia para demostrar que el disparo letal no tuvo origen en un arma gatillada por él.

Es que en los peritajes se confirmará la procedencia de la sangre que se encontró en el auto blanco al que presuntamente quiso abordar el delincuente para huir de la escena del crimen. No hay balas, solo casquillos cuyas marcas responden al arma que más tiros descerrajó; la de la policía Laura Lencina.

Mientras la familia de Nelson Lillo aguarda alguna novedad que morigere el dolor por la pérdida y haya algo de justicia, en los expedientes se escriben argumentos que a todas luces son absurdos.

A la hora de ventilarlos frente al fiscal Marcelo Manso, habrá temblores y sonrisas. Parece una novela escrita por un principiante, pero verosímil para un poder judicial que suele abrazarse más a los delincuentes que a las víctimas.

Desde el penal de máxima seguridad de Sierra Chica, Branto Ayala le hizo saber a La Opinión que mucho de lo publicado no podrá probarse, que no hay nadie que lo ubique en la escena del crimen en la que también murió Pablo Morel, a quien dice sólo conocer por referencias en Baradero. “Nada que ver lo que pusieron ahí”, dijo Branto Ayala respecto a las publicaciones de los periodistas sanpedrinos y agregó:

“Hay una cosa que es la clave de que yo en ese hecho no tengo nada que ver”. “Yo caí como anillo al dedo. Vio cuando viene justa la cosa para incriminar a alguien? Bueno, así fue que me incriminaron a mí. Me entiende? Porque yo no estuve ahí, yo tengo testigos” sostuvo y explicó:

“A mí me secuestraron 19.900 pesos, del cual a las 9 de la mañana una persona me había dado 25.000 pesos. Porque yo sí, le digo la verdad, me había escapado, me había fugado de la unidad 19 de Capital, ¿No es cierto? Entonces tenía captura, entonces yo no podía vivir en mi casa en San Miguel, me tenía que ir. Estaba trabajando de albañil con otra persona de Baradero, en la cual me quedaba muy lejos a mí para trasladarme en la semana dos o tres veces hasta San Pedro y volver, ¿No es cierto?.”

“Dicen que a mí me agarró la subprefectura. No: a mí no me agarró la subprefectura en ningún momento” La explicación de Branto Ayala sobre el momento de su detención.

Y continuó: “Entonces fui a alquilar una casa a San Pedro, que la fui a alquilar con “el rengo” Ale, que es un pibe de ahí del barrio Fonavi, vio, de los departamentos, y me dijo que sí, que vuelva a la semana siguiente, que me iba a alquilar, que precisaba 10.000 pesos, dos meses adelantados más el mes, pero sin garantía, sin hacer nada”.

Luego informó que tiene cómo acreditar que le prestaron esa suma:

“Bueno, le dije que está bien, yo pedí la plata prestada a una persona amiga, esa persona me la prestó, la cual va a ir a testificar que ella me la prestó, tiene sobradas entradas, particularmente de ella, para comprobar que la plata ella la gana por mes, y que me la prestó, y yo la fui a buscar a las 9 de la mañana del mismo día, cosa que el hijo de Pablo Morel, ese pibe que mataron ahí, que yo sinceramente, lo vi una sola vez en mi vida, y me dicen que yo lo había ido a buscar, cosa que son mentiras, yo puedo pedir un careo con ese pibe, porque yo en ningún momento fui a buscar a nadie”.

“La mamá de Nazareno, que es mi hijo, me acusa de que yo había sido el que había estado en el hecho. El último día que me vio la mamá de Nazareno… ¿Usted se anima a arriesgar que día puede haber sido?”, preguntó y se respondió: “Yo hace 30 años que no estoy con ella. Yo tengo otra familia, otro hijo, otra mujer, ¿No?, y yo fui a pasear a la casa de ella porque era el cumpleaños del hijo de Nazareno. El último día que me vio la mamá de Nazareno a mí fue el 17 de diciembre y esto fue el 25 de enero, ¿Cómo puede saber si yo estaba ahí o no estaba ahí? Está mintiendo, yo quiero careo por eso, porque yo sé que está mintiendo. No es que yo estoy inventando una mentira, es que ella está mintiendo, me entiende?”, seguía repitiendo Branto Ayala en las declaraciones que obtuvo La Opinión.

“Resulta que el auto que me alcanza, ahí me hacen tirar abajo y me dicen que el auto que me alcanza es un auto que nos persigue, resulta que era el auto de la misma persona que me llevaba a mí; Entonces se bajó de la chata, se subió al auto y se fue, por eso es que no está en la causa hoy”.

La expresión que se escapó de la boca de Branto cuando La Opinión insistió en los detalles de que a todas luces fue “Una entrega”.
Una vez aclarado que sus palabras serían respetadas sin modificaciones, se le adquirieron precisiones sobre las cuestiones más llamativas desde el momento del crimen hasta el instante en el que fue interceptado/entregado a las fuerzas de seguridad. Dónde estuvo, quién lo curó, de qué modo se alimentó durante las más de 55 horas que estuvo desaparecido, aun considerándose víctima de un asalto y herido con al menos dos disparos.

En su defensa, sólo dijo que estaba a una cuadra y media del lugar cuando lo asaltaron:

“El lugar del hecho, sinceramente, no lo conozco. Yo conozco la calle Boulevard 11 de Septiembre y ahí es donde me pasó lo que me pasó (N. de la R.: confunde con avenida sarmiento)”.

Luego se refirió a que las manchas de sangre que se están peritando sobre un auto blanco son producto de las heridas de bala que “sólo son raspones” y que buscó refugio por su condición de evadido de la justicia.

 

Mientras el fiscal Marcelo Manso sigue juntando pruebas para la causa, Roberto Branto Ayala aguarda en Sierra Chica su oportunidad de expresarle su testimonio, probablemente el mismo o similar al que le relató a la opinión.

Fuente:La opinión, San Pedro.

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