El 26 de Junio de 1891, en Buenos Aires, un grupo de jóvenes entusiastas y disconformes con el rumbo del país y de su partido político, fundaban la “Unión Cívica Radical”. En 1889 con un estado Argentino aún en formación las elites oligárquicas ejercían el poder económico y por consiguiente, el político. Las consecuencias eran salarios estancados, abusos laborales y desocupación, que derivaron en huelgas y manifestaciones por toda Buenos Aires. Dentro de esa convulsionada situación, Francisco Barroetaveña publica una nota en el diario La Nación titulada «¡Tu quoque juventud! En tropel al éxito», no fue una nota mas, la juventud se despertó para tomar las riendas de su futuro, se hicieron llamar “Cívicos” y se reunieron para constituir la “Unión Cívica de la Juventud”. Para presidir al grupo convocaron al hombre que despertó sus espíritus, Barroetaveña. Dentro de este grupo se aglutinaron los dirigentes de la dispersa oposición a Juárez Celman, consensuaron un programa y se renombraron como “Unión Cívica”. Su nuevo líder, Leandro Nicéforo Alem encabezó la “Revolución del Parque”, que acabó con el unicato de Celman, el poder recayó en su vice, Carlos Pellegrini, para las siguientes elecciones la Unión Cívica eligió como candidatos a “Bartolomé Mitre y Bernardo de Yrigoyen”. El candidato oficialista, Julio Argentino Roca, convenció a Mitre de generar una lista de unidad, y este aceptó, Alem enfurecido se opuso al acuerdo y decidió romper con los nuevos dirigentes. El 26 de Junio de 1891, Leandro Alem fundaba la “Unión Cívica Antiacuerdista”, pocos días después cambiaría su nombre a “Unión Cívica Radical”. Los cuatro preceptos de Alem eran libertad política, honradez administrativa, impersonalidad de la coalición y sentimiento nacional, también se pronunciaría por un estado laico, federal e igualitario. Diversas diferencias surgidas desde su origen provocaron divisiones, rencores y reunificaciones, pero siempre se mantuvo como una opción política y popular que llegó a la presidencia en varias oportunidades y regó la historia Argentina de grandes dirigentes. En la foto de la nota se ve a Leandro Nicéforo Alem, Marcelo Torcuato de Alvear, Hipólito Yrigoyen, Roberto Marcelino Ortiz, Arturo Frondizi, Arturo Humberto Illia, Ricardo Balbín y Raúl Alfonsín.
El 26 de Junio de 2002 en inmediaciones de la estación ferroviaria de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, una represión policial que buscaba desalojar a manifestantes sociales, terminó con la persecución y asesinato de los jóvenes militantes Maximiliano Kosteki (21 años) y Darío Santillán (22 años), a este hecho se lo conoce como “La masacre de Avellaneda”. En esos años la Argentina estaba en una gravísima situación económica y social producto de las políticas que enajenaron los recursos naturales y económicos en los años ’90, sumado a los descalabros y desatinadas medidas de ajuste del ya depuesto gobierno de Fernando De La Rua. El gobierno se encontraba en manos del Doctor Eduardo Duhalde, que asumió, no por el voto popular sino por una asamblea legislativa, este devaluó el valor de la moneda en un 75% provocando que mas del 50% de la población se encontrara debajo de la línea de pobreza. Estas circunstancias devinieron en el surgimiento de infinidad de organizaciones sociales al margen de la organización política tradicional, una de ellas era la “Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón”, a ella pertenecían Kosteki y Santillan. La mañana del 26 de Junio cuando las columnas de manifestantes llegaron al lugar para cortar el Puente Pueyrredón a 200 mts de la estación Avellaneda se encontraron con grupos de choque de la policía bonaerense, luego del primer choque, un grupo de policías encabezado por el comisario Alfredo Fanchiotti se separaron del operativo para perseguir a los manifestantes que huían hacia la estación. El comisario y varios de sus hombres ingresaron al hall principal disparando con sus escopetas Itaka impactando a Maximiliano Kosteki en el tórax, cuando Darío se acercó a socorrerlo recibió un disparo en la cintura que le seccionó la Aorta, ambos murieron de inmediato. Pese a la ocultación de pruebas la investigación determinó las culpabilidades del comisario Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quienes fueron condenados a cadena perpetua. Estos hechos marcaron el fin del gobierno de Eduardo Duhalde, quien se vio obligado a llamar a elecciones y antes de un año entregar el gobierno a un presidente elegido por el voto popular. Hoy hay un proceso administrativo para cambiar el nombre de la estación Avellaneda por el de “Darío y Maxi”, todos los años se reúnen miles de manifestantes a pasar la noche en Avellaneda para amanecer los 26 de Junio sobre el puente que se quiso ocupar aquella mañana.
El 26 de Junio de 1908, en Santiago, nacía Salvador Allende, un médico cirujano que llegó a ser Presidente Socialista de la República de Chile hasta que jaqueado por un golpe militar se quitó la vida dentro del palacio de gobierno mientras era bombardeado. Nacido con el nombre de Salvador Guillermo Allende Gossens, por el trabajo notarial de su padre tuvo una infancia nómade, para los 15 años ya había vivido en Tacna, Iquique, Santiago y Valdivia. Pese a crecer en una familia burguesa, un viejo zapatero anarquista llamado Juan Demarchi, con quien Salvador jugaba al ajedrez, influyó como nadie en su pensamiento. Su primer acercamiento en la política fue en el Centro de estudiantes de la Universidad de Chile, de la que llegó a ser vicepresidente. Recién recibido de médico cirujano, participó de la fundación del «Partido Socialista de Chile» con sede en Valparaiso, que pasó a formar parte del Frente Popular. En 1936 fue electo diputado y en 1939 se transformó en Ministro de Salud del flamante Presidente Pedro Aguirre Cerda, puesto desde el que logró socializar la salud, implemento el plan dental gratuito a los escolares, instituyó los comedores sociales y la distribución gratuita de medicamentos. En 1944 fue electo senador, cargo en el que se desempeñó durante 25 años al ser reelecto en varias oportunidades. Pese a haber perdido las elecciones presidenciales en 3 oportunidades, siempre era el candidato natural del socialismo, finalmente en 1970 debido a la fragilidad de su oponente de la derecha, Jorge Alessandri, Allende tendría su oportunidad. El presidente de los EEUU, Richard Nixon instruyó a la CIA para evitar que Allende ganara las elecciones, financió parte de la campaña de Alessandri, y contribuyó a crear un clima de hostilidad social al realizar secuestros de militares en ejercicio. Enterado de estas maniobras, Allende acudió al comando central de la URSS en busca de apoyo, que recibió de inmediato, transformando a Chile en un escenario mas de la guerra fría. Allende ganó las elecciones, pero la batalla por la independencia económica estaba muy lejos de conseguirse, jaqueado por presiones de la derecha y los medios, tuvo que remar contra una marea de operaciones y boicots. Su política de nacionalización de los recursos naturales, sobre todo el del cobre, no hizo mas que radicalizar la intervención de los EEUU en Chile. Varios sindicatos, brazos ejecutores del capital, endurecieron los reclamos, se sucedieron paros y bloqueos que desabastecieron de insumos básicos a las poblaciones urbanas, el plan desestabilizador funcionó a la perfección. El 11 de Septiembre de 1973, los altos mandos militares iniciaron una insurrección violenta que terminó con el bombardeo de la casa de la moneda, palacio presidencial de Chile, Allende decidió poner fin a su vida antes que ser depuesto, con una AK47 se disparó en la boca, cuando el General Palacios ingresó al despacho informó por radio «Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto». Al día siguiente el General Augusto Pinochet asumiría la presidencia por terroríficos 16 años.
El 26 de Junio de 1284 es la fecha indicada en los textos de los Hermanos Grimm sobre los hechos que llevaron a la desaparición de 130 niños de la aldea de Hamelin, Alemania, hecho conocido como la leyenda del “Flautista de Hamelin”. El texto original llamado “Der Rattenfänger von Hameln” hace referencia al hecho de una invasión de ratas en el pueblo de Hamelin, que un desconocido se ofreció a solucionar, fue contratado para su exterminio, este hombre comenzó a tocar música con una flauta, todas las ratas del pueblo comenzaron a emerger de sus escondites siguiendo al flautista, este se dirigió al río Weser y al internarse en él las ratas lo siguieron y perecieron ahogadas. El flautista regresó al pueblo y reclamó su pago, pero no se le efectuó pago alguno, este se retiró prometiendo regresar. La tarde del 26 de Junio de 1284 mientras los adultos estaban en la iglesia celebrando la fiesta de los santos Pedro y Pablo, el misterioso flautista volvió a tocar la flauta pero esta vez 130 niños y niñas lo siguieron fuera del pueblo para jamás regresar. Además del relato de los Hermanos Grimm, hay referencias a este hecho en vitrales de iglesias de la zona, en un poema inglés de Robert Browning y en el “Relato del papa Inocencio III’, perteneciente a “La cruzada de los niños” (La Croisade des Enfants), del escritor francés Marcel Schwob. Sobre el hecho real que generó el relato hay varias teorías, la de una peste que acabo con sus vidas, la de un reclutamiento militar o la de su rapto para trabajos esclavizados en la construcción. Hay relatos posteriores que difieren del original en el hecho del destino de los niños, en el original nunca se conoce el paradero, en otros se describe un nuevo encuentro entre el flautista y las autoridades, en el que se le paga y este regresa a los niños, en el relato original el secuestro es contado por tres niños, uno rengo que perdió el paso del grupo, uno sordo que solo los siguió por curiosidad y un ciego que perdió el camino. Hoy en el pueblo de Hamelin en la calle por la que los niños salieron de la ciudad se respeta a punto tal que las ceremonias religiosas, actos públicos y celebraciones al pasar por ella las bandas dejan de tocar y pasan en absoluto silencio.

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