Milo y Olga son perros entrenados en el centro de salud Huellitas, que acompañan a psicólogos y terapeutas en la atención de niños con diversidades funcionales, trastornos madurativos o problemas de socialización.

Los perros esperan cada día a los chicos en la sala de taller, hacen una ronda de saludo y colaboran con las actividades, según comenta en su nota la periodista Ana Laura Calducci publicada en La Mañana de Nuequén.

A veces les toca llevar una canasta con pinturas y otras disfrazarse. También usan unos chalecos cubiertos con accesorios para estimular sensaciones, estados de ánimo y habilidades motoras en los pequeños. Algunos tienen cierres y botones; otros, abrojos para pegar emoticones.

Cumplen esa tarea desde hace cinco años y son los primeros pichichos del Alto Valle formados para este tipo de asistencia, habitual en otros puntos del país.

“Estar en contacto con un animal genera mucha endorfina, por eso la terapia asistida con perros se aplica a pacientes oncológicos, depresivos o personas con diversidades funcionales. En Huellitas estamos orientados a chicos de 1 año y medio a 12”, explicó Fabiana Del Col, una de las psicólogas.

Indicó que si bien no se necesita un diagnóstico médico para asistir, la terapia se recomienda para niños con una dificultad a tratar, “que puede ser trastorno madurativo, del espectro autista, síndrome de Down, parálisis cerebral o problemas de conducta o socialización”. Observó que un perro no juzga ni exige, “por eso la interacción es más fácil”.

Los canes colaboran en muchos tipos de terapias inclusivas. “En nuestro caso es clínica porque somos profesionales de la salud, pero puede haber idóneos que hacen una terapia más recreativa”, precisó Fabiana.

Para trabajar con pequeños, los pichichos son entrenados desde que nacen. Además de Milo y Olga, el staff de Huellitas se completa con Sasha y Lupita. Y hace un año sumaron a la coneja Amanda. “No vienen siempre todos, los vamos incluyendo según la actividad”, aclaró Florencia Reus, otra de las profesionales. Añadió que la sala se usa durante los días fríos y cuando llega la primavera hacen salidas acompañados por los perros.

Belén Kinan, musicoterapeuta del equipo, señaló que la coneja se incorporó para fases avanzadas, cuando se necesita una descarga motora más controlada. Comentó que los chicos se encariñan mucho con cada animal. “Pueden olvidarse nuestros nombres pero los de ellos no, siempre preguntan si no los ven”.

Durante las vacaciones, los perros descansan en las casas de sus dueños, muchos de ellos terapeutas de la institución. De vuelta en el taller, juegan como un niño más, aunque saben que tienen una rutina a seguir y que están dedicados a una tarea: ayudar a esos chicos a vivir mejor. (InfoGEI)Jd

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