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Cuando el 17 de abril de 2014 se apagó en México la vida de Gabriel García Márquez, su biógrafo y compatriota, Dasso Saldívar, sintió que el mundo se quedaba «más huérfano, más pobre», recordó ayer el escritor, en vísperas de cumplirse el primer aniversario de la muerte del Nobel colombiano ocurrida hace exactamente un año. «Gabo nos fue dejando (mentalmente) poco a poco unos cinco o seis años antes (de su muerte), pero cuando nos dejó definitivamente sentí que sin Gabo el mundo era más pobre», dijo el autor de García Márquez: el viaje a la semilla, reeditado por Planeta y traducido a una docena de idiomas. Aquel Jueves Santo, continuó Saldívar, «tomé conciencia de la ausencia de su persona, de su pluma, de sus entrevistas, y sobre todo de la posibilidad de que siguiera escribiendo. Nos quedamos más huérfanos, más pobres sin él.» «Lo importante es que sigue vivo en los libros que se están leyendo y se seguirán leyendo por muchas generaciones», afirmó quien dedicó 25 años de su vida a investigar sobre el Premio Nobel de Literatura de 1982.

Con el autor de Cien años de soledad y El amor en tiempos del cólera sucede, según Saldívar, «algo que ocurre con muy pocos creadores y es que transciende el hecho meramente literario».

«Sus libros –sostuvo para Tiempo Argentino– se convierten en emoción, sentimientos, ideas y comportamientos» en sus lectores. Y eso, dijo, «es la manera más hermosa y perdurable de seguir viviendo, como pasa con Antonio Machado o Federico García Lorca».
Es un escritor que «se hereda», afirmó, algo que pudo constatar al hablar con lectores de todas las edades y de múltiples países en los que ha impartido conferencias sobre el Nobel. 

Saldívar, a quien leer novela le daba «mucha pereza», Cien años de soledad le fascinó por «el vuelo imaginario», por «la prosa musical, poética» y «llena de humor», por su «plasticidad» y el hecho de que «siendo una novela que hablaba de cosas fantásticas era tan real». De hecho, fue su curiosidad la que lo llevó a buscar los referentes en los que se había inspirado. En aquella época, a principios de los ’70, se sabía muy poco de Gabo y Saldívar tuvo la suerte de dar con una hermana, sor Aída García Márquez, directora de un colegio salesiano en Copacabana, cerca de Medellín: «Fue su primera entrevista y la mía», precisó.
Así llegó al entorno más cercano al escritor y conoció «el río de piedras pulidas, blancas como huevos prehistóricos» de Aracataca, la casa donde había nacido y se había criado Gabo con sus abuelos y muchos personajes de la novela. A García Márquez Saldívar lo conoció mucho después, en marzo de 1989, en México, en su casa del número 144 de la calle Fuego, donde pasó «dos largas tardes» con él, «en total seis horas», recordó, en las que escrutaron su infancia y adolescencia, las etapas menos conocidas del gran escritor y periodista.

Colombia conmemorará hoy el primer aniversario de su fallecimiento con una muestra en la que habrá objetos que forman parte de la vida literaria del escritor.

La ministra de Cultura de Colombia, Mariana Garcés Córdoba, invitó a leer la «obra de nuestro Nobel: que un libro de Gabo sea su compañía y que además, lo compartan con sus amigos. Esa es la mejor forma de rendirle homenaje.»

Así invitan los compatriotas de Gabo a que se acerquen y profundicen en donde dejó cifrada su inmortalidad: su escritura.
Se exhibirá la máquina de escribir donde tipeó la novela Cien años de soledad y el diploma y la medalla del Premio Nobel que recibió García Márquez en 1982, en una exposición temporal de la Biblioteca Nacional de Colombia.

La muestra se titula Un espejo del mundo y reúne diferentes piezas bibliográficas, como un escenario para la lectura de la obra de Gabriel García Márquez.

Incluye una colección perteneciente al periodista Daniel Samper Pizano, amigo personal de García Márquez, quien donó ejemplares para enriquecer el acervo bibliográfico de la biblioteca, además de las primeras ediciones y traducciones de obras del Premio Nobel, que se conservan en la Biblioteca Nacional.

También habrá una instalación del video artista Gabriel Zea, que permitirá a los asistentes proponer sus definiciones en «La máquina de la memoria», una campaña que inició el pasado 6 de marzo, fecha del nacimiento del Nobel. Gabriel Zea es un artista plástico colombiano que trabaja con procesos de apropiación y desarrollo de tecnología. Su trabajo reciente es desarrollado en colaboración con Camilo Jiménez. «La máquina de la memoria» es una convocatoria a través de la red social Twitter, que busca que los colombianos refresquen y revitalicen el significado de algunas palabras, tomando como punto de partida el episodio de Cien años de soledad en el que José Arcadio Buendía comienza a definir los objetos de uso cotidiano durante la peste del insomnio que azota Macondo.

La conmemoración se abre con el slogan «Gabo vive entre nosotros»; sus novelas, cuentos, relatos, guiones y ensayos, estarán «más cerca de niños y adultos, a través de exposiciones, conferencias, actividades de promoción de lectura en bibliotecas, presentaciones de danza, música y teatro». Palabras como educación, inteligencia, paz, guerra, libro, biblioteca, nación, entre otras, tendrán un lugar en la Biblioteca Nacional para ser proyectadas en las paredes de la sala de lectura del recinto cultural. Por otra parte, las 1404 bibliotecas públicas que conforman la Red Nacional de Bibliotecas Públicas se sumarán a la conmemoración. Bajo el lema «Gabo vive en las bibliotecas» los usuarios encontrarán en todas ellas un Centro de Interés Gabriel García Márquez en el que se dispongan libros y materiales relacionados con el Nobel y podrán participar en actividades de promoción de lectura. 

Homenajes en su otra tierra, México

Según lo informa la agencia Efe, México, la segunda patria de Gabo, también le rinde homenaje. «No hay mejor manera de recordarlo» que «acercando al gran público su obra», dijo María Cristina García Cepeda, la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que ha organizado como homenaje varias lecturas colectivas de los libros del premio Nobel de Literatura.
Este domingo se leerán fragmentos de varios libros en la explanada del Palacio de Bellas Artes y el próximo día 26 dos actores leerán Crónica de una muerte anunciada en el mismo lugar.

Aunque pasaba temporadas en su Colombia natal, sobre todo en Cartagena de Indias, García Márquez convirtió en su hogar hace más de medio siglo a México, donde escribió Cien años de soledad. Por eso el país lo sentía suyo, como al más mexicano.
Y por eso muchas de las actividades que se han organizado para conmemorar el primer aniversario de su muerte están destinadas al gran público, como la colocación del Muro de Gabo entre Bellas Artes y la Alameda, donde los ciudadanos podrán escribir en mariposas amarillas la forma en que el escritor marcó sus vidas.

Esta actividad es parte del homenaje Una vida. Un legado. Querido Gabo (1927-2014) organizado por el Grupo Planeta y que contará con mesas redondas en las que participarán escritores como Élmer Mendoza, Xavier Velasco y Benito Taibo, en varias ciudades de México.

Grupo Planeta también convoca a lectores y libreros a unirse a esta conmemoración y llama a colocar memoriales en las principales librerías de México para animar a los lectores a acercarse a la obra de García Márquez.

Tarea difícil: fotografiar a Gabo

Desde hace 40 años el fotógrafo Daniel Mordinzki viene tratando de conformar un «atlas humano de la literatura hispanoamericana». Dicho atlas incluye fotos muy especiales del Premio Nobel colombiano. El diario El país de España reproduce el texto que Santiago Gamboa escribió para ese libro acerca del encuentro entre el fotógrafo y el escritor, del que Tiempo da un fragmento:

«La oportunidad se presentó en Biarritz poco después, siempre en ese prolífico año de 1995. Allí se celebraría una semana dedicada a la literatura colombiana, teniendo como invitado especial a Álvaro Mutis, el gran Gaviero. Se anunció que García Márquez iría pero fuera de agenda. Sólo quería acompañar a su amigo Mutis. Nada de presentaciones, nada de firmas de libros, nada de entrevistas. Nada de nada. Sin embargo Plinio llamó a Daniel a París y le dijo: «Ve a Biarritz y dame un teléfono de contacto. Gabo te llamará.» Le indicó también un fragmento de una entrevista que él le había hecho en la que García Márquez hablaba sobre París. Unos cuántos párrafos que servirían para el libro, acompañando las fotos. Sólo faltaba la autorización de Carmen Balcells, pero según Plinio la cosa no era imposible. De algún modo, todo estaba listo.

Con esa ilusión Daniel viajó a Biarritz el 23 de septiembre de 1995. Y de nuevo coincidimos, pues yo debía hacer cubrimiento del festival para El Tiempo y mi sección literaria de RFI. Para allá salimos, él en tren y yo en avión (yo tenía viáticos y él no). Al llegar a Biarritz, en lugar de andar de salón en salón, detrás de otros escritores, Daniel se dedicó a esperar en su hotel, ansioso, la anhelada llamada.Como dice el narrador de Apocalypse now!, “Todo lo que uno espera fervientemente acaba por llegar”, y así fue que el teléfono de Daniel sonó y del otro lado estaba la voz: “Soy García Márquez, Plinio me dijo que te llamara para unas fotos.”
Daniel hizo un esfuerzo por sobreponerse a la emoción, lo saludó y le dio las gracias. Adivinando su nerviosismo, García Márquez agregó:»Cómo quiere que me vista, ¿con corbata o sin corbata?»

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