Promediaba julio del 2012 y Germán Bulgarella estaba haciendo una cosa que mucho le gustaba cual era disputar un partido de fútbol, en este caso contra un equipo sampedrino. Su posición en el campo de juego era adelante, sobre la izquierda y en esa zona, cada vez que pretendía avanzar con la pelota, su marcador recurría a un recurso artero: aprovechando que el árbitro estaba a la derecha del delantero, clavaba con gran fuerza su dedo pulgar en la parte costal izquierda del cuerpo de Germán que, dolorido, estaba impedido de desplazarse con la naturalidad propia del juego en condiciones normales.

La situación descrita se produjo tres veces y otras tantas el delantero de Baradero se quejó ante el juez que nunca prestó atención al reclamo.

En medio de la disputa de un partido el corazón late con rapidez, la adrenalina fluye y cualquiera puede tener un mal día. Seguramente así le sucedió a Germán que, ante una nueva infracción de su marcador y una nueva indiferencia del juez, lo agredió con violencia generando una situación inusual a la que pusieron fin sus compañeros más cercanos de ambos bandos, ya que en los dos los tenía, que lo tomaron del cuerpo con fuerza para calmarlo y lo retiraron del lugar del incidente.

Dura sanción del Tribunal

Por razones que se entienden, el Tribunal de Disciplina es especialmente severo cuando de agresiones al árbitro se trata y Germán fue sancionado con cinco años de suspensión, una eternidad para cualquier deportista, para jugar al fútbol profesionalmente.

Es sencillo imaginar los momentos aciagos que vivió este joven jugador baraderense al ver truncada su carrera y estar nada menos que cinco años sin poder integrar un equipo profesional. Seguramente habrá pensado más de una vez en abandonar la práctica en forma definitiva, pero en tal caso ese pensamiento resultó fugaz ya que, pasados unos años, el Club Atlético Defensores Unidos de Zárate se acercó a Germán con la intención de contratarlo para integrar su equipo de fútbol. Sabiendo los directivos zarateños que pesaba una sanción sobre el jugador, alegaron que pedirían una reconsideración de la pena confiados en que sería otorgada y así podría Bulgarella retornar a los campos de juego.

No resultó como se creía y el tribunal, firme en su postura, negó toda reconsideración. Se pensó en recurrir al auxilio de la justicia e interponer un recurso de amparo, pero conocidos los antecedentes de este tipo de medidas, se optó por dejar de lado el recurso. No quedaba a Germán más que esperar que el plazo se cumpliera y así lo decidió. El Club Sportivo se interesó por contar con sus servicios una vez que venciera el plazo y su técnico conversó con el jugador quien, dando muestras de un destacable profesionalismo, 15 meses antes de que la sanción se cumpliera, comenzó a entrenar con el plantel como uno más.

Recién se habló de plazos y, como sentenciara Fierro, «no hay plazo que no cumpla» y el 12 de julio llegó la rehabilitación tan ansiada. Como si se tratara de una ficción cinematográfica, Germán volvió a vestir una camiseta de fútbol integrando el equipo del Club Sportivo Baradero que jugaba un importante partido en la localidad de Salto.

Córner, pelota en el área. un defensor saltense que despeja hacia el centro del campo de juego y deja la pelota casi en los pies de Germán que, con alma, piel, vida y sangre, la acomodó para su pierna izquierda y la empalmó colocándola contra el palo de un arquero que nada pudo hacer.

¿En qué pensaste en ese momento Germán? preguntó El Diario, «en ellos» respondió el interrogado. Ellos eran los suyos, sus padres, sus hermanos, su novia, los que junto a él sufrieron la larga espera de cinco años que tuvo un final tan feliz como inesperado. Quizás para mitigar, un tanto nomás, tan largo padecer.

Gabriel Moretti

El Diario de Baradero

Fotos partido: Sin Anestesia

Comentarios de Facebook