La segunda noche del Festival Baradero 2018, tuvo como características sobresalientes la alegría y el baile, con similitudes a una gran peña de lujo, el público presente no solo fue espectador, fue participe activo de la propuesta musical que surgía desde el escenario.

Todos los artistas que subieron al Abel Figueroa lograron un vinculo especial y la gente de manera espontanea acompañó cada presentación con canto baile, aplausos.

Sin fuegos artificiales, luego de que la organización disolviera el convenció con la empresa contratada por haber prometido luces sin ruidos y en la jornada inaugural no respetaron lo pactado, arrancó este segunda noche con poco publico teniendo en cuenta la calidad de la propuesta artística.

Los artistas baraderenses, a los cuales se les dio un espacio importante para mostrarse, no defraudaron, todo lo contrario, demostraron estar a la altura del compromiso. Tanto José Mena como Jonathan Reynoso se lucieron demostrando mucho profesionalismo y un importante crecimiento en lo artístico.

Los Pampas y Luciano Jazmín, bucearon en el cancionero popular folclórico, con buenas interpretaciones.

Román Ramonda, excelente músico, tocó el piano y el acordeón, donde sonaron el chámame y las chacareras que fueron bailadas en varios sectores del predio.

Los ganadores del Pre Festival, quizás sin el tiempo suficiente para lucirse, demostraron porque fueron elegidos como nuevos valores, del canto, la música y el baile.

Un acierto, Rubén Darío, humorista e imitador, quien a sabiendas de que su participación estaría mezclada con ruidos y movimiento de gente armado el sonido del próximo artista, se las arregló para divertir a la audiencia.

El Ballet Chivilcoy, homenajeó con su actuación a la joven bailarina Yesica Romina Franco, fallecida en un accidente automovilístico cuando viajaba a participar de la final provincial en esa ciudad.

Los Campedrinos, la consagración de Baradero 2017, fueron teloneros de «La Sole», el joven dúo le arrimó leña al fuego de la noche festivalera con un show bien fiestero.

Momento de tango , noche de lujo, en esta segunda jornada, con el maestro Raúl Lavié. Su voz privilegiada , intacta y su extensa trayectoria de más de 60 años vistieron de excelencia el escenario Abel Figueroa .Brindando un show de eximia calidad, con un repertorio clásico, sus mejores músicos y su talento , El Negro Lavié se llevó el aplauso sincero y agradecido del público, quien valoró la presencia de este gran artista argentino.

La figura esperada de la noche, el huracán de Arequito, ya convertida en una artista hecha y derecha, con 22 años pisando escenarios, nos dejó una noche con mucha energía, pero con nostalgias de aquella Sole revoleando el poncho, cantando A don Ata. Advirtiéndo al comenzar que a los cambios hay que acostumbrarse, pero son buenos y como la vida misma, estamos en constante cambio . Es que La Sole, Soledad Pastorutti, nos venía a ofrecer un show distinto al del año anterior, y muy renovada ella misma. La puesta en escena junto al ballet del Chúcaro, acompañando sus canciones, y un nuevo estilo , si se quiere hasta musical, nos mostró un concierto de variados ritmos, en canciones clásicas o nuevas. También algunas improvisaciones de algo tropical o de bailanta, se animó a regalarle al pueblo donde supo compartir sus inicios, además de bailar y derrochar energía.

«Ser libre para ser feliz» nombre de este nuevo espectáculo, define perfectamente lo que se vio sobre el escenario.

Fotos: BTI y Daniel Pérez

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