Al cumplirse el 8vo. Aniversario del fellecimiento de Raul Ricardo Alfonsín, vuelvo a publicar este articulo de diciembre de 2013. En homenaje al hombre que nos devolvió la democracia.

Yo voté por Alfonsín

Quienes contábamos con 18 años o un poco mas en 1983 y de alguna manera empezamos a militar, tenemos un claro recuerdo de ese año. Éramos jóvenes a los que los mayores nos empezaron a mostrar qué era la democracia y a ver los límites de la dictadura, limitaciones que si bien existían, las habíamos incorporado como parte de nuestras vidas.

Salir con documentos, las razzias, los sumarios, la colimba, la falta de respeto por parte de las fuerzas de seguridad eran moneda corriente para cualquier pibe de aquella época, como también era común desconocer e ignorar el terrible genocidio perpetrado en todos esos años de nuestra adolescencia.

La primera vez que entré a un partido político, a principios del 83, fue la UCR, no sé bien por qué, seguramente por afinidad con los mayores que nos llevaron para hablarnos de la democracia, las plataformas políticas y un tal Alfonsín. Un tipo que había formado una fracción interna llamada Renovación y Cambio, que competía con los más ortodoxos que apoyaban a De La Rúa. Así era la cosa.

En esa época la campaña política tenia facetas ya olvidadas, los candidatos recorrían el país en tren y al llegar a cada estación paraban y exponían su propuesta. También eran fantásticos los actos partidarios donde desde arriba de acoplados ubicados frente a Plaza Mitre, se hacían los famosos discursos, actos a los que concurrían miles de personas sin que nadie los forzara. Todos estos eventos, sin importar de qué partido fuera finalizaban con un cántico en común: ” se va acabar, se va acabar… La dictadura militar”.

En la última parte de la campaña del 83, cada partido repartía boletas y plataformas casa por casa, en dicha plataforma estaban los proyectos a nivel nacional, provincial y local.

Todos los ciudadanos debíamos recurrir al padrón electoral y por esa razón se inundaba la calle de puestitos con bandera, afiche y uno o dos militantes que se turnaban para atender las consultas.

Viajar a los actos era apasionante, porque en ese año habíamos empezado a entender lo que era la democracia y para los que militábamos en el radicalismo, lo que era Alfonsín.

El miércoles 26 de octubre, viajamos a la 9 de julio al cierre de campaña, nunca en mi vida había visto tanta gente, nos acomodamos bastante cerca del inmenso escenario que tenia de fondo el obelisco. Sonaban los bombos, cánticos y varios artistas manifestaban su apoyo. Recuerdo las palabras llegadas desde España escritas por Mercedes Sosa, donde manifestaba su inmensa alegría por la llegada de la democracia en su país.

Alrededor de 2.000.000 millones de personas escucharon ese discurso, no digo que lo vieron porque obviamente no había pantallas gigantes y a medida que te alejabas era difícil distinguir dónde estaba Alfonsín sobre el escenario.

No había encuestas, los canales que se podían ver eran solo el 2,7,9, 11 y el 13, pero la sensación, lo que se sentía en la calle, era que Alfonsín ganaba.

Era asombroso ver como recitaba, al final de cada acto, el preámbulo de la Constitución Naciona. Era un gran orador y ahora a la distancia, puedo ver que tenía muy claro su objetivo principal: afianzar la democracia, algo nada fácil en aquella época.

El jueves cerró la campaña Luder, lo miramos con un grupo en el comité radical, en la cocina mientras doblábamos boletas, donde había un televisor blanco y negro. La imagen de Herminio Iglesias prendiendo fuego un ataúd con el escudo radical, fue impactante. Los más viejos que eran más antiperonistas que radicales, por poco no se persignaban ante un Herminio ingenuo que según dicen algunos historiadores y sociólogos, hundió al Peronismo en esa elección.

El sábado previo a las elecciones, salimos, fuimos a Kadin, una confitería que funcionaba donde hoy está el local La Bomba, a las 23:55 hs. Llegó la policía anunciando que empezaba la veda y todos al unísono comenzaron a cantar el ya famoso ” se va acabar, se va acabar… La dictadura militar”.

El domingo de elecciones, fue una verdadera fiesta, la gente quería vivir ese momento, muchos votar nuevamente y otros tantos hacerlo por primera vez.

Los vecinos seguían los resultados en la plaza por medio de La Voz de los Barrios, esas bocinas ubicadas en las esquinas, y en un pizarrón se anotaban los votos. El escrutinio fue contundente, más del 50 % de los sufragios fueron para Alfonsín.

Eduardo Rabellino fue electo Intendente y recuerdo que su primer anuncio lo hizo en las escalinatas de la municipalidad a los gritos, no había equipo de sonido, y prometió que su primer acción de gobierno sería sacar los aranceles en el hospital municipal.

El 10 de diciembre, fue la asunción de Raúl Alfonsín, lo seguí por la tele, primero habló en el Congreso y luego desde el cabildo a toda la gente que estaba en Plaza de Mayo.

En el 83 aprendí lo que era la democracia y a partir de diciembre de ese mismo año lo que era la libertad. Libertad que aún conservamos y disfrutamos: libertad de decidir, de pensar, de crear, de creer, de equivocarnos y volver a probar, todo dentro de una democracia imperfecta como todas las democracias, pero hecha por todos los ciudadanos y no por un puñado de mal paridos.

Alfonsín aún sigue siendo para muchos una figura discutida y seguramente tendrán sus motivos, pero yo siempre me pregunto; ¿estaríamos festejando 34 años de democracia si Alfonsín no hubiera sido electo Presidente en 1983?.

Creo que no, porque Raúl Alfonsín siempre supo cual era su misión, siempre pensó en el futuro más allá de su figura, a ese hombre no le importaba perpetuarse en el poder, tenía poco tiempo y muchas urgencias, trabajó en los cimientos y se concentró en eso antes que pensar en el techo, eso lo haría otro del partido político que sea.

El Preámbulo de la Constitución Nacional fue su plataforma y su guía, Alfonsín fue el hombre justo para ese momento del país, en sus manos estaba la Argentina de las futuras generaciones y su tarea fue la de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a  la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.

 

Gustavo R. Bó

Diciembre 2013

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