Eran tiempos muy distintos a los que hoy vivimos. La música ciudadana ocupaba un lugar destacado en la vida familiar; los chicos, al igual que sus mayores, gustaban del tango y en consecuencia, muchos de ellos se sentían atraídos por el aprendizaje de un instrumento básico en cada orquesta: el bandoneón.
Uno de los maestros que se dedicaba a la enseñanza de la ejecución de ese complicado instrumento fue el maestro Ceferino Ríos que, en su comercio de instrumentos musicales ubicado en la esquina de Anchorena y Colombres, desarrollaba sus clases. Aunque hoy parezca casi increíble, en la vidriera de calle Colombres podían verse en exhibición bandoneones, violines y otros instrumentos que estaban al alcance de casi todos.
El maestro Ríos dedicaba su tiempo a sus alumnos y a atender el negocio al que anexaba una joyería y eventualmente atendía a sus clientes con el oído puesto en el alumno que estaba ejecutando.
Mientras tanto,, en el barrio de la estación, había otro maestro a quien la mayoría fonéticamente llamaba «Uki» pero que en realidad se apellidaba Hüg. La diéresis sobre la vocal de su apellido, en idioma alemán, hace que la pronunciación sea «Jiug» y de allí al «Uki» había un paso y tal paso fue dado por la población de entonces.
Hoy, El Diario publica fotos en las que puede verse al maestro Hüg con alumnos y que no suelen apreciarse a menudo. El profesor aparece de traje y con anteojos en ambas imágenes y, no se conoce, al menos no El Diario, quiénes son los alumnos que lo acompañan.

El Diario de Baradero

Comentarios de Facebook