Se pusieron pantallas gigantes en los clubes. Se modificaron los planes. Se alteró la rutina de los domingos a la mañana y hasta se especuló con la posibilidad de cambiar el horario el debut de Diego Maradona como DT de Gimnasia en la Superliga. Eso es lo que generó la Selección argentina de básquet en un Mundial de ensueño, que terminó de la manera más amarga: derrota ante España por 95 a 75.

Nada para reprocharse. El equipo nacional nunca le encontró la vuelta a la «Generación Dorada» de España que mostró todo su poderío. La jerarquía de Ricky Rubio, Mark Gasol y Sergio Llul fue demasiado para los dirigidos por Sergio Hernández, que desde el comienzo se dieron cuenta de que iba a ser un partido muy complicado. No por nada, pidió el primer tiempo muerto del partido cuando sólo habían pasado cuatro minutos del arranque.

Los goleadores argentinos fueron Gabriel Deck (24 puntos) y Nicolás Laprovíttola (17 tantos), mientras que España tuvo como principal figura al interno Marc Gasol (14 unidades, 7 rebotes y 7 asistencias), con una entrega defensiva destacable, y el escolta Ricky Rubio (20, 7 y 3).

Argentina comenzó el partido con nervios, malas decisiones en la conducción de Facundo Campazzo e ineficaz a la hora de atacar, ya que los perimetrales no consiguieron quebrar con comodidad la primera línea. Del lado de enfrente, España fue todo lo contrario: fluidez ofensiva, movimiento de bola, profundidad con la altura de los internos (5 rebotes en ataque) y un goleo repartido para sacar una buena ventaja inicial, que nunca pudo achicarse.

Todas las palabras de aliento son para Facundo Campazzo. (EFE)
Todas las palabras de aliento son para Facundo Campazzo. (EFE)

Se podrían dar mil datos estadísticos, pero lo cierto es que ni Luis Scola (8 puntos), ni Facundo Campazzo estuvieron finos con el aro. Tampoco el equipo tuvo la intensidad de otros partidos y nunca pudo encontrar respuestas ante un rival que dio muestras de ser un justo campeón. Los pocos puntos del capitán, anulado completamente por la defensa roja, son el fiel reflejo de la performance argentina. También la intensidad en los tableros, en donde Gasol fue amo y señor.

Pero más allá de la derrota es loable el gran torneo del equipo nacional que no solo llegó a la final del torneo, cuando no estaba en los planes de nadie, sino que además logró la plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio, por encima de los Estados Unidos, la gran potencia de este deporte.

La final perdida en China se suma a la decepción de Indianápolis de 2002, en donde el equipo argentino cayó contra Yugoslavia, en un final que aún duele. Sin embargo, nadie podrá reprochar el esfuerzo de una Selección que con coraje y valentía volvió a ponerse en la elite del básquet mundial.

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