EXTREMOS-ARGENTINA-INUNDACIONES-CAMPO-2014-SOJA

Parece un castigo bíblico. Los que vivimos en la Capital nos quejamos de la lluvia pero hay una especie de diluvio universal que está castigando ferozmente a pueblitos maravillosos de la Argentina y que afectan a ocho provincias. En el litoral hace 13 días que la lluvia no para. El gobernador de Santa Fé, Miguel Lifschitz está muy preocupado. Con todas las letras dijo que “la cosecha va a ser un fracaso “y que “el 80 % de la cuenca lechera está bajo el agua”. En varios tramos de la autopista Santa Fé- Rosario pasa lo mismo.

Miles de compatriotas del interior profundo están sufriendo esta calamidad. En Pozo del Molle, a 170 kilómetros de la capital de Córdoba hay que hacer un esfuerzo para encontrar algo en pié. La mitad de los 6.500 habitantes están inundados y la otra tienen sus casas hundidas. Las calles son ríos que traen peces para el asombro y el dolor de todos.

Casi todo el delta de Entre Ríos está bajo el agua, el desastre y la emergencia. Pero Villa Paranacito quedó aislada porque la ruta provincial 46 fue comida por la inundación. Los enfermos tienen que ser evacuados en lanchas o en canoas y encima contra la corriente.

La creciente trae camalotes, alimañas y pánico.

En el partido de San Pedro, el Paraná multiplicado derrumbó un puente y dejó a la Vuelta de Obligado sin comunicación alguna. Esos parajes que fueron testigos de la batalla histórica que resistió el avance de las tropas de la escuadra anglo francesa, fue doblegada por la potencia demoledora del río que cuando sube trae desocupación, miseria y desesperación.

El único sol que calienta por dentro y por fuera es la solidaridad de la gente con la gente. Todos convertidos en uno para salvar a sus pueblos. Con el agua hasta las rodillas, pala en mano, llenando bolsas de arena, conteniendo las lágrimas, protegiendo a los chicos y a los viejos. Todos se convierten en héroes mientras esperan la ayuda del estado que tarda porque no da abasto.

Las manos callosas de Javier demuestran que es un hombre que trabajó toda su vida. Es mozo de un bar pero también hace changas como pintor de obra para llevar un pesito más a esa casa que ahora está bajo el agua. Es una postal horrorosa que se repite en demasiados lugares. El hombre está rodeado de fotos familiares que flotan antes de ahogarse para siempre. Una heladera inútil que naufraga, una chancleta y un canasto que flota en el agua sucia y maldita. Por lo que antes eran calles y ahora son ríos inmundos, transitan canoas y gomones. Javier está desolado en medio de la desolación. Es una pesadilla que se extiende en Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires, Chaco, Santiago del Estero, Formosa, Santa Fe y Corrientes.

Todos aúllan de dolor cuando se ve morir a los terneritos recién nacidos, ahogados en 80 centímetros de agua que hay en algunos campos. Ni que hablar de las vacas que se hinchan casi hasta reventar. O el horror de los ranchitos que están en las riberas donde los que no tienen nada, pierden hasta la esperanza.

El agua sube sin preguntar/ si soy el Pedro, si soy el Juan/ Y todos dicen que hay que cuidar/ al inundado que se inundó/ pero se acuerdan que los parió/ cuando el agua ya los tapó. La sabiduría que canta Piero lo dice todo. El agua iguala para abajo en la desgracia. No pregunta condición social ni ideología Pero está claro que el hilo se corta por lo más delgado y que los mas pobres sufren mas porque tienen muchos menos recursos para defenderse. Muchas veces el agua no tapa, destapa las miserias, las carencias y la injusticia.

Es que nada es igual. La inundación hace colapsar el sentido común. Todo se da vuelta. Es incomprensible el bombardeo de la naturaleza. Ataca a traición y produce crímenes que desgarran el corazón. ¿Se dio cuenta que todo desaparece de la faz de la tierra? ¿Qué todo se hace agua? Que las esperanzas y los sueños se ahogan. Que con putear no alcanza. Que la inundación tapa todo y se lleva todo el esfuerzo de años. ¿Pudo ver lo que muestran los helicópteros desde el aire? Son lagunas interminables que sepultan en vida el trabajo y las casas de nuestros hermanos. Se estruja el alma de mirar lo que está pasando en La Playosa, en Baradero o en el Barrio La Tablada de Santa Fé. La pérdida más grande es la desilusión. El volver a empezar. Carajear la mala suerte, y después de bajar los brazos, levantarse para pelear de nuevo. Nadie puede creer la cantidad de lluvia que cayó. Y la velocidad con que suben las napas en algunos lugares. Tenía dimensiones bíblicas. Faltaba el Arca de Noé. Muchos compatriotas perdieron el esfuerzo de toda su vida.

Ese líquido que liquida se mete por todos lados y destruye lo que encuentra a su paso. Sobre todo la alegría del progreso. La esperanza del futuro. Hace estragos en los caminos. Los alimentos y los medicamentos muchas veces no llegan. Obliga a suspender las clases en las escuelas. Dinamita la producción. Es un golpe bajo a los mas pobres de los pobres. Es una obra maestra del terror. Es agua, pero parece una maldición. En todos lados necesitan obras de infraestructura hídrica. Son años de atraso y de robar o malgastar la plata.

. Para eso, entre otras cosas, los inundados de hoy pagan los impuestos con tanto esfuerzo. Piden contención, auxilio, eficiencia y presencia del estado ante semejante tsunami. Que nuestros representantes nos representen. Para que cada uno ponga su granito de arena y podamos construir un futuro distinto para nuestros hijos. Para que la democracia que es nuestra casa común, no se inunde más con incapaces, hipócritas o corruptos. En síntesis, para que las aguas no bajen turbias. Y gobierne la transparencia. Para que no se acuerden / que los parió/ cuando el agua ya los tapo.

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Alfredo Leuco

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