El vínculo saludable reconocido y atribuido a las nueces es su protección del corazón.

Aunque son alimentos grasos, como el resto de frutos secos, el tipo de grasa que contienen es rica en ácidos grasos insaturados y mejora los parámetros cardiovasculares (colesterol, salud de las arterias e hipertensión) sin alterar ni el peso ni la composición corporal.

El estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) destaca que los frutos secos y el aceite de oliva virgen son los dos alimentos considerados imprescindibles para que una dieta contribuya a la reducción de los factores de riesgo cardiovascular.

Al mismo tiempo, se reconoce que comer nueces es positivo en caso de diabetes, ya que la concentración de sustancias bioactivas de las nueces podría proteger contra los procesos de inflamación crónica asociados a la resistencia a la insulina y a la diabetes, e incluso, la capacidad antioxidante de sus componentes protegería frente al Alzheimer.

El consumo frecuente y en su justa medida de frutos secos está asociado con menores tasas de enfermedad arterial coronaria y un mejor perfil de los lípidos plasmáticos (colesterol, triglicéridos), sin afectar al peso ni a la composición corporal, aunque sean alimentos muy energéticos y grasos. Además, estudios recientes apuntan al papel protector de los componentes antioxidantes de las nueces en la prevención del Alzheimer como enfermedad degenerativa.

Ante todos estos beneficios para la salud humana, Eroski Consumer propone a los lectores ponerse a prueba y comprobar los efectos del consumo regular de nueces. Antes de comenzar, interesa conocer el estado nutricional individual, para lo que es preciso hacerse un análisis de sangre sencillo en el que se evalúen los niveles de lípidos plasmáticos (colesterol total, LDL colesterol, HDL colesterol, triglicéridos) y glucosa, entre otros, y conocer el peso y el porcentaje de grasa corporal. Determinadas farmacias disponen del servicio rápido de análisis de sangre y de una máquina de control de peso y análisis de la composición corporal, suficiente para iniciar la prueba.

La propuesta de Eroski Consumer consiste en comer cada día, durante tres meses, de 30 a 35 gramos de nueces (6 o 7 unidades sin cáscara). Este puede ser el momento idóneo para comenzar a hacer cambios positivos de los malos hábitos alimentarios, al tiempo que se introduce un alimento con propiedades nutritivas y saludables muy interesantes. Para ello, el primer paso es revisar la dieta e incluir un puñado de nueces a cambio de prescindir de otro alimento graso que se coma de forma habitual en la dieta diaria. Las nueces son el sustituto perfecto de la mantequilla o la margarina del desayuno, del queso de untar o el trozo que se ingiere después de comer o cenar, del embutido o el paté de almuerzos o meriendas y hasta de las patatas fritas de aperitivo.

Fuente: Consumer.es

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