Por Gabriel Moretti

Nuestro partido, tan viejo y con tanta historia, limita al sudoeste con Capitán Sarmiento. El límite está fijado por el curso del arroyo Cahuané, que se encuentra atravesado por la ruta provincial que une Baradero con Capitán Sarmiento. Para cruzarlo, hay un puente de hierro como los de antaño, y en sus aguas supieron abrevar los caballos de nuestro Regimiento de Granaderos cuando, en marcha hacia San Lorenzo, se detuvieron en la estancia de Santos Gómez, amigo del Gral. San Martín, para que hombres y caballada descansaran en aquellos días finales de un caluroso enero.

Ireneo Portela, una de las localidades del Partido de Baradero, está situada en esa zona, así como los campos que pertenecían a la familia Pueyrredón, cuyo casco estaba en la estancia “Las Matreras”. Los campos de los Pueyrredón se fraccionaron a medida que del tronco primitivo se iban formando las nuevas familias; una de ellas fue la conformada por el matrimonio Lynch-Pueyrredón, del cual naciera la madre de Ernesto “Che” Guevara. Durante los primeros años de su infancia, ella solía frecuentar la casa de campo que la familia Guevara-Lynch tenía cerca de la zona urbana de Portela.

Varios vecinos de esa población no solamente conocieron a Ernesto Guevara, sino que además fueron sus compañeros de juegos, en especial en el fútbol. Ellos mismos recuerdan al Che como un muchacho inquieto, vivaracho, travieso, y cuentan que cierto día el pequeño Ernesto, de unos ocho años, allá por el 1936, salió a dar un paseo en bicicleta con rumbo incierto. Pasado un tiempo razonable, Ernesto no regresó a su casa y, conociendo su espíritu aventurero, su madre acudió a las autoridades y les contó de su preocupación. Se organizó entonces una búsqueda, para la cual se convocó a los vecinos que quisieran colaborar. Así, a la manera de las películas, se formó un grupo que comenzó su búsqueda caminando en línea y abarcando la mayor área posible. Finalmente, la búsqueda tuvo final feliz: al llegar al puente del camino ubicado sobre el arroyo Cahuané, alguien vio la bicicleta junto al curso de agua, y al descender desde el camino hacia la costa halló a un Ernesto Guevara muy animado, que sostenía una conversación entre mate y mate con un simpático linyera acampado en el lugar.

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