Cuentos, historias y leyendas baraderenses: ¡Se mató Mencho!

Hace alrededor de medio siglo ocurrió en la zona de “el bajo” un suceso que terminaría por ser recordado de manera singular durante muchos años.
Todo comenzó en un barrio de la zona de nuestro río, más precisamente del lado «de allá» del llamado zanjón de Firpo, hoy entubado y consecuentemente desaparecido. Por esos tiempos, los vecinos de nuestra ribera se dividían entre los de «este lado» y del «otro lado» del zanjón; los de “este lado” estaban del borde hacia la zona de la alcoholera, y los del otro vivían del zanjón hacia la papelera. En este último sector, en parte habitado mayoritariamente por los integrantes de la familia Rocha (moraba allí Petrona junto su tan conocido hijo “Tuquín”), también vivía el protagonista principal de nuestra historia: Mencho Rocha.
Quienes lo conocieron dicen que era de baja estatura, con barba y bigote, y que hablaba muy rápido, tanto que a veces resultaba dificultoso entender qué decía; además, se trataba de una persona alegre y siempre dispuesta a las bromas. Por eso, llamó la atención cuando dejó trascender entre su más íntimos que estaba pensando en poner fin a sus días. Por supuesto que todos intentaron convencerlo de que desistiera de la idea, que la abandonara por completo; para ayudarlo, le manifestaban su cariño y lo mal que todos se pondrían ante semejante acontecimiento.
Sin embargo, una noche Mencho se encerró en su habitación, y luego de unos minutos sonó el fuerte estampido de un escopetazo, cuya perdigonada levantó literalmente las chapas del techo de la vivienda. “¡Se mató Mencho!”, fue el grito unánime de familiares y vecinos que, desesperados, entraron a la pieza y encontraron a Mencho muy sentado con la escopeta entre sus rodillas; al verlos, él dijo: “¡ah, se asustaron, eh! Lo hice nada más que para saber si era cierto que me querían».
Este hecho dio origen a una expresión popular. Cada vez que en Baradero se oía alguna explosión de origen desconocido, siempre alguien decía: “¡se mató Mencho, se mató Mencho!”.