Julio Gastellu fue un particular vecino nuestro: campeón argentino de vuelo en planeador, agricultor, ingenioso para los relatos, y en especial destacado conocedor de todo nuestro país, que recorrió en una moto, su pasión. Formaba parte de una familia de hombres sobresalientes: su hermano Mario era un notorio arquitecto, igual que su primo hermano, Manuel Borthagaray, a quien Baradero le debe el diseño del barrio “Santiago Apóstol”; también era primo del filósofo y profesor de la Universidad de Essex, Ernesto Laclau.
Julio vivía en su campo ubicado en el camino que une Baradero con Alsina, “por abajo”; en una oportunidad, gracias a contactos que tenía en la Ciudad de Buenos Aires, consiguió que un concesionario de venta de motocicletas le facilitara una para recorrer toda la Ruta 40, que hoy tiene su kilómetro cero en la localidad santacruceña de San Julián y culmina en La Quiaca, pero no era así cuando Gastellu acometió su travesía: el mojón cero se hallaba en Mendoza y, cual eje cartesiano, los kilómetros sucesivos se contaban hacia el norte y hacia el sur. Por eso, Julio hizo el recorrido en dos etapas, en ambos casos desde Mendoza.
La moto, fabricada en la India, tenía un motor de tan solo 80 cc.; cierta vez alguien le preguntó a Julio por qué había decidido hacer su recorrido sobre una moto de esas características y no una Yamaha, Honda o por el estilo; él respondió como los que saben: le dijo a su interlocutor que pasaría por lugares casi despoblados y que si se le rompía algo de la moto tendría que ser él mismo con su caja de herramientas capaz de solucionar el problema; en cambio, si se rompía una de las motos sugeridas, ¿quién iba a arreglarla en lugares así?
En su viaje al norte cruzó por el abra del Acay, el paso más elevado del planeta; en una foto se lo ve con el casco escarchado por el frío; no por nada el nombre completo de la montaña es “Nevado del Acay”.
Luego, Julio hizo un alto en la localidad cordillerana de San Antonio de los Cobres y se dirigió al único hotel del lugar para solicitar una habitación. Antes de acostarse decidió tomar una ducha en el único baño del hotel, y para hacerlo dejó su reloj pulsera sobre un estante. Finalizado el baño, se encontró con que el reloj se había esfumado. De inmediato fue a ver al dueño, quien lo acompañó hasta la comisaría. Una vez finalizada la exposición, el comisario le dijo al denunciante que regresara al hotel y que le avisarían por cualquier novedad.
A primera hora de la mañana siguiente, el dueño del hotel se comunicó con Julio y le dijo: “mandó a decir el comisario que vaya a verlo que tiene novedades de su reloj”. Con esperanza, se acercó a la comisaría, pasó al despacho, tomó asiento, y una vez acomodados el comisario le dijo: “señor, la novedad que tengo para comunicarle es que su reloj no apareció”.
Gabriel Moretti

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