Por Agustina Girardelli

Caminemos por el barrio. Flores, Villa Crespo, San Telmo, Palermo, Almagro, Once, Belgrano o el que sea. Si el barrio por el que caminás no es el tuyo, quizás te sorprenda la cantidad de locales vacíos o de persianas bajas. Si ese barrio es tu barrio, te dolerán las historias que hay detrás de esos ventanales vacíos.

Solo con mirar desde mi ventana puedo ver la historia de una familia. El abuelo, hace años puso una librería. Al hacerse grande y ya no poder atender el negocio, lo dejó a su hija. Ella creció, formó una familia y tuvo un hijo. Vi crecer a ese nene jugando con los cuadernos y hojas detrás del mostrador, haciendo la tarea sentado al lado de la mamá que atendía a quien llegaba. Hace un año tuvieron que dejar el local de siempre porque les era imposible pagar los gastos fijos. Pasaron a un local chiquito en la cuadra de enfrente. Seis meses después cerraron todo. “Liquidación total por cierre” decía el cartel que pegaron en la vidriera. Tres semanas pasaron, y se fueron. Una camioneta se llevó con ellos los pocos muebles que habían quedado. Se fueron y con ellos se fue su historia. Se fue el nene que corría entre las piernas de quienes comprábamos en la librería. No sé dónde se sentara ahora a hacer sus tareas.

La Encuesta Semestral Económica (ESE), realizada por la ONG Defendamos Buenos Aires y el Estudio Especializado Miglino y Abogados, señaló que sólo en el mes de enero, cerraron en Ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano bonaerense, alrededor de 2.536 locales. Un promedio de 82 locales por día.

¡A la mierda el mercado interno! Es la bandera de las políticas llevadas a cabo por el gobierno nacional. ¿Por qué sorprendernos? “Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior», dijo el presidente del Banco Nación hace dos años.

Pero, ¿de qué hablamos cuando contamos las persianas bajas y los negocios vacíos? 1, 2 ,3 ,4 familias que se quedan sin sustento económico, sin dinero para llevar a sus casas y mantener lo básico para el hogar: el pan, la leche, la carne. Familias enteras que probablemente también dejen de comprar en los locales de su barrio.

Un local cerrado da cuenta de lo mucho que ha caído el consumo. De lo mucho que subieron las tarifas, lo que vuelve imposible sostener un negocio con gastos fijos tan elevados. De que los sueldos no alcanzan y que cada vez se consume menos, comprando solo lo indispensable.

Bien, cumplieron su objetivo. Fabricas cerradas. Negocios cerrados. Sueldos de miseria. Y si, cada vez menos comprar celulares, plasmas, autos, motos. Pero también se compra menos leche y menos pan. Y la mitad de los chicos es pobre. Y sé que el chico de la librería tiene a su papá que no perdió el trabajo y puede comprarle la leche. Pero hay tantos otros que no.

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