Leo en una publicación argentina que el gobierno desactiva los planes de restablecimiento de los viajes ferroviarios a larga distancia. Con un sentimiento agridulce, evoco una vez más esas imágenes que me asaltan en los trenes de Estados Unidos y Europa, que recurren en mis sueños, que forman parte de mi arquitectura emocional. Entonces, recuerdo y escribo con prisa esta pobre, mediocre e insuficiente tentativa de un poema:
El Andén de antaño – por Hugo Pezzini
Dont la beaute si particuliere tient au contraste entre la lourder …
et la situation aerienne, suspendu au-dessus des voies,
ouverte a tous les vents, bordee de reseaux transparents,
poteaux, grilles, arbres d’essences raffinees
dans les jardinets toujours vides.
[Cuya belleza tan particular radica en el contraste que crea eso tan pesado…
pero en situación aérea, suspendido sobre las vías,
abierto a todos los vientos, bordeado por un enmarañado translúcido de alambrados,
postes, tranqueras, árboles de aromas refinados
en los prados aún vacíos.]
Marcel Proust
No los andenes cerrados a la luz
de las grandes capitales
sino esa especie
de corto y estrecho túnel
a cielo abierto
flanqueando las vías
plataformas de cemento
techadas de cinc
listones de madera
ventanas de vidrio
que apuntan de norte a sur
como salas de espera
abiertas a los rieles/
—El andén—
del lado del pueblo
como un zaguán
en un abre-cierra de puertas burocráticas
desde el estacionamiento
al hall de las ventanillas
a la sala de la boletería
a la oficina del Jefe de estación
al despacho de encomiendas
que llegan y parten
hacia destinos finales
en el vagón de cargas
de ese tren de pasajeros
objetivo de la espera/
ese tiempo anticipado
en los bancos de madera
del corto refugio doble
de aquella vieja estación
al norte/
el quiosco de las golosinas tabaco
la nación la razón el clarín
todas las historias cotidianas
la prensa la crónica así
ad infinitum
al sur/
los baños ingleses
Damas y Caballeros
sentados en sus lugares
—ladeados por la mélange disforme
de gente que está sola y espera—
hombres de traje sombrero cigarrillo
maletas de cartón prensado
con cierres que estallan
a la presión de los pulgares
—o portafolios de cuero en las faldas
—o valijas del mismo animal
y los paisanos tenaces
aferrados a envoltorios
de papel de diario atado
con concienzudo hilo sisal
grupos de mujeres y niños
madres hermanas abuelas
tías sobrinos sobrinas
de manos dadas a la fuerza
de la infancia inquieta vigilan los días
para alejarla de la muerte imaginaria
que simbolizan las vías
algunos
San Pedro destino final
— agitados y parloteadores—
adolescentes recién duchados
rumbo a la Escuela Normal
otros
—tal vez
ya más allá de los veinte años—
de coche en coche en peligro
viajan en los escalones/
huyen del Guarda
escondidos en los retretes/
o afuera del fuelle/
entre dos vagones
rumbo al lejano sur
a la grasa de las capitales
en esa vida dura y corta
de todo estudiante como estudiante
o al también lejano norte/
Rosario Central o el del Norte
medicina derecho arquitectura /
al fin de la loma un diploma
bien al borde del andén
–no un oírse—
sino un el sentir
de la vibración primera
sobre los listones de acero
ruge y corre el dragón de hierro
que escupe vapor y fuego
allá en el andén
ojos fijos en los puntos cardinales
en pos del carbón vaporoso
ese glorioso cúmulus ninbus
dueño de la velocidad
y después—
el engañoso infinito
de la curvatura celeste
que miente un horizonte inalcanzable
- y retrocede y retrocede
- y retrocede
con el avance del bólido férreo
el vaivén participante/
siempre protagonista/
de la sublime y fútil
aventura de la futuridad.
New York, domingo 25 de septiembre de 2016
Excelente, Hugo. Una bella pintura. «Un farol balanceando en la barrera y el misterio de adios que siembra el tren,» ( H. Manzi)
Fabulosa descripción de la estación y el tren.
Ojalá algún político entienda que tienen que volver los trenes en la ciudades y/o pueblos.
En muchos aspectos somos un país que anda de contra mano y un ejemplo es el de los trenes, en el mundo actual los trenes tienen una importancia que hacen a la eficiencia de un país, tanto en el transporte de pasajeros como en el transporte de cargas. Lo cual una de las grandes ventajas es la descongestión de las rutas, que entre otras cosas disminuye la cantidad de accidentes. Pero nosotros no entendemos esto o no lo queremos entender o hay intereses económicos para que no haya trenes. Cuando hablamos de países subdesarrollados, nosotros lo somos en el tema de los trenes.