Sebastián Pederiva es chef y trabajó en Europa

Máxima, entonces princesa de Países Bajos, miró el plato. La presentación era impecable, todo estaba minuciosamente en su lugar y el olor que emanaba la comida era el dejavú perfecto para volver a conectarse con sus raíces, la Argentina. Su primer gesto era lo más importante. Sebastián, aunque no lo demostraba, se retorcía de nervios. Ese primer bocado, esa primera expresión en el rostro de la actual reina neerlandesa, iba a ser uno de los momentos más importantes para su vida personal y profesional.

Sebastián Pederiva es un cheff y sommelier argentino que nació en Baradero, provincia de Buenos Aires. Lo une una amistad de más de 25 años con el actual futbolista de Banfield, Dario Cvitanich. Juntos crecieron rodeados de tierra, campo, río y fútbol, y como verdaderos amigos que son, se brindaron el apoyo necesario para crecer no solo en la vida, sino también en sus profesiones: “En 2008 me sale una propuesta para hacer una pasantía como sommelier en Mugarits, el cuarto mejor restaurant del mundo, en San Sebastián. Yo estaba trabajando en Buenos Aires, pero mi sueldo no alcanzaba para sacarme un pasaje rumbo a España, entonces Dari, que por ese entonces estaba dando su primeros pasos en la primera de Banfield y muchos clubes europeos ya preguntaban por él, decidió darme una mano y me regaló el ticket”, confesaba con orgullo Sebastián. “Lo mejor de todo fue que a los meses que partí para España, él se fue a Holanda porque el Ajax había comprado su pase”.

«Dario me regaló el pasaje a España para que yo pudiera cumplir el sueño de hacer una pasantía en uno de los cuatro mejores restaurantes del mundo»

Sebastián Pederiva

Se sabe que las pasantías son para adquirir experiencias, y eso fue lo que le sucedió a “Pepe”, como lo llaman sus amigos. “Después de tres meses en San Sebastián llegó el momento en el que me estaba quedando sin dinero y le comenté a mi jefe que ya no podía seguir con mi pasantía. Me ayudaron a buscar un nuevo trabajo y al tiempo me contratan para trabajar en un hotel que se estaba por inaugurar en Ibiza”. Pepe recuerda que llegó a destino con tan solo 10 euros en los bolsillos, pero con la suerte de que lo esperaba “Fernando”, el tío de un amigo que fue el encargado de hospedarlo hasta que pudo acomodarse económicamente. Recuerda en su entrevista con LA NACION que hacía jornadas de hasta 17 horas que lo llevaron a bajar más de 20 kilos. “Siempre estábamos en contacto con Cvita. Cuando él se va a jugar al Ajax me propone sacarme el pasaje e irme a vivir con él. Y más allá de haberme estado instalado en Ibiza y con el ofrecimiento por parte del hotel para ser jefe de cocina, había algo dentro de mí que me incitaba a vivir una nueva aventura, sabía que algo iba a surgir”. Pero la realidad iba a terminar superando a la imaginación.

Su llegada a Países Bajos

El principio ya incluyó una pequeña historia: “Cuando llegó Darío al aeropuerto de Ámsterdam estuvo un rato largo buscándome porque no me reconocía, se encontró con un amigo que pesaba 20 kilos menos de la última vez que nos habíamos visto en Buenos Aires”, cuenta.

Una vez instalado en los Países Bajos, Pepe comenzó a patear las calles dejando currículums por doquier. Tuvo entrevistas en varios hoteles, pero su destino tenía que tomar otro rumbo… El padre de uno de los empresarios que hizo que Cvitanich llegara al Ajax le ofrece ser chef de un Club de Golf en Wassenaar, un pueblito ubicado a 43 kilómetros de Ámsterdam. Allí trabajó varias semanas, hasta que sus comidas deleitaron tanto a su jefe, Teo, que decide contratarlo como chef personal. “Teo venía de una familia muy adinerada de Holanda, un hombre que solía hacer muchas cenas de negocios en su hogar que quedaba en La Haya. Yo estaba como quería, tenía un buen sueldo, un jefe que me trataba de manera maravillosa y que encima me alquilaba un auto para que yo pudiera trasladarme” comentaba a LA NACION Sebastián. “Era una casa sin grandes protocolos, llegaba a la tarde y me ocupaba de preguntarles que tenían ganas de comer. Me iba al centro hacer las compras para la cena, les cocinaba temprano y regresaba para mi casa”.

"Pepe" junto a Dario Cvitanich en el Amsterdam Arena, el estadio del Ajax

Su cena inesperada para Máxima

Dicen que la vida siempre te da sorpresas, y eso fue lo que le sucedió a Sebastián aquella noche de abril de 2009. Una tarde su jefe le avisó que en unos días recibiría en su casa a unos amigos importantes de la familia. El día anterior a la cena, le cuenta que a su amiga le gustaba mucho la trufa, un hongo muy apreciado en la gastronomía. Fue así como Pepe se puso a pensar que plato preparar para esa noche. El menú elegido fue: ojo de bife madurado, papa rellena de morcilla trufada y vegetales asados. La casa de Teo siempre se destacó por ser tranquila y silenciosa, pero esa noche empecé escuchar ruidos que me llamaron la atención, y cuando me asomo por la ventana de la cocina veo a mucha gente de seguridad que venían respaldando a quienes eran en ese momento el príncipe y la princesa de Holanda. ¡Los invitados eran Guillermo y Máxima!” relataba en tono sorpresivo Sebastián.

“Cuando terminaron de comer el postre, Máxima se acercó a la cocina y me preguntó cómo fue que había llegado hasta Holanda. Le conté mi historia y me comentó cuanto le había gustado la cena. Luego me confesó que tendría varios eventos puntuales en su casa de Den Haag, que le gustaría que yo fuera a cocinarle y le dije que sí, que no había problema”. Sebastián destaca en todo momento lo amable que fueron con él tanto Máxima como Guillermo, y que siempre tomó esta experiencia como una anécdota divertida en su carrera de chef.

Promesas cumplidas

Pasaron unas semanas hasta que Sebastián recibió un llamado de la administración de la Realeza. El mensaje era que la princesa Máxima lo quería recibir en su casa para mostrarle las instalaciones y para que fuera el encargado de un almuerzo familiar. “Tres días antes del almuerzo fui a conocer la casa ubicada en una reserva natural. Tuve que atravesar mucho bosque hasta llegar a una garita de seguridad. Me tomó 10 minutos llegar a destino. Dentro de esa reserva, cada integrante de la Familia Real tenía su casa. Recuerdo que la de Máxima y Guillermo era hermosa, un casco antiguo que parecía de cuentos. Me recibió su mano derecha y a los minutos apareció Máxima, de jogging, muy fresca, muy natural”. En todo momento de la entrevista Sebastián cuenta esta historia de manera genuina y simple. “Me presentaron a todo el equipo de cocina de la familia Real, y ella misma me llevó a conocer las heladeras para ver qué necesitaba para el almuerzo. Me dijo que no le gustaba el lomo, que comían entraña, vacío y todo tipo de cortes para hacer carne a la parrilla”.

Lindo día para comer un asado

Tres días después, Pepe regresa a la casa de Máxima para hacer el asado familiar. “Mientras estaba en la parrilla cocinando se acerca a saludarme amablemente una señora bajita de sombrero con dos señores a sus espaldas y a preguntarme en inglés qué cortes eran los que estaba asando, yo le respondo su pregunta y se va. Al rato viene la niñera de las hijas de los príncipes, que era argentina, y me dijo que la próxima vez debía dirigirme a esa señora como ‘Su majestad’. Nunca me di cuenta que aquella señora bajita era Beatriz Armgard, la reina de Holanda, pero más allá de no haberme dirigido hacia ella con protocolo, al final del almuerzo volvió a felicitarme por lo rico que estaba todo y Guillermo con una copa de vino en la mano pidió un aplauso para el asador” recordó Sebastián.

Nada de todo esto fue extraordinario ni de otro mundo para Pederiva, la naturalidad y la sencillez de la familia real hizo que para él toda esta práctica vivida sea una más en su palmarés. Su idea en su paso por Europa siempre estuvo clara: no tener como objetivo el ahorro, sino el disfrute y la experiencia. El placer de sentarse a tomar un café en el Amsterdam Arena y ver desfilar a figuras como Marco Van Basten o Frank Rijkaard, hasta la vivencia especial de cocinarle al actual delantero del Atlético de Madrid, Luis Suárez. “Los días que tenía libre cocinaba comida argentina y se las vendía a los compañeros del Ajax de Darío. Luis Suárez, por ejemplo, siempre me pedía que le cocinara pascualina de acelga y huevo duro”.

Sebastián y Dario recorriendo las calles de Ámsterdam en pleno invierno

Las vueltas de la vida

Sebastián, al tiempo, regresó a vivir a la Argentina. Su último trabajo fue como jefe de cocina de un reconocido hotel ubicado en la zona de Puerto Madero. “Estaba cansado de trabajar bajo relación de dependencia y estar atado siempre a horarios extraños y largas jornadas como chef en los hoteles. Soy papá de Bruna, 2 años, y junto con Euge, mi mujer, queríamos que nuestra hija se criara cómo nos criamos nosotros, rodeado de naturaleza y sin la vorágine de una ciudad cosmopolita. La pandemia fue la causante de nuestro cambio de vida. Un día Matías Ferraro, el amigo que le presentó a su tío Fernando, quien lo alojó en Ibiza, me propone venirme a vivir a Junín. Yo acepté y fue así como arranqué con mi emprendimiento”.

“Hoy le toca a Pepe” (IG @hoyletocapepese transformó en su pequeño negocio. Allí, Sebastián cocina con mucho amor medialunas de manteca, panes de masa madre y pre-pizzas. Es proveedor de diferentes cadenas de café de la zona, lo contratan para eventos privados y la gente de Junín se desespera por tener cada mañana y cada tarde en su mesa las medialunas de pepe.

Seguramente, alguna tarde debajo de la sombra de algún árbol en Junín, Sebastián y Darío se sentarán a tomar unos mates, hablarán de fútbol, recordarán juntos sus anécdotas en Amsterdam mientras comen unas ricas medialunas. Y además, sabrán que todo lo que necesitaron fue ponerle pasión a lo que hicieron.

lanacion.com.ar

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