«Esta foto de Achalay en la Ruta 9, cuando mi padre era uno de los socios, se ve al camión de la Agencia YPF de A. A. Alfonsín y Cía. descargando combustible. Año aproximado 1962. La foto la tomé con una máquina Gradosol.»
Con estas palabras, el señor Carlos La Rocca publicó en la página de Facebook, Baradero de ayer y de hoy, la imagen del parador, hotel, restorán y estación de servicio «Achalay» que, ubicado a la vera de la Ruta Nacional Nº 9, se constituyó en un hito histórico para Baradero.
A poco de ser inaugurado «Achalay» se convirtió en la parada de muchas empresas de transporte colectivo y los pasajeros, en muchos casos, consumían en el comedor y confitería que funcionaban las 24 horas y a la hora que fuera, había mucha gente en el lugar.
Es necesario recordar que la Ruta 9 no era la que hoy conocemos, era una cinta de asfalto de un solo carril por lo que, para sobrepasar a un vehículo, era necesario esperar que no viniera ningún otro que marchara en sentido contrario por la mano aledaña. Esto era relativamente posible, yendo hacia Buenos Aires, hasta la altura de Campana, pero de allí en adelante el sobrepaso era una tarea casi imposible y otro tanto ocurría al revés, hasta Campana se circulaba con enorme dificultad y recién desde allí, había cierta posibilidad de adelantarse. En consecuencia un ómnibus que salía de Buenos Aires, hasta llegar a Baradero tardaba unas tres horas con suerte y, tras ese lapso una parada en «Achalay» se consideraba necesaria. Algo similar ocurría con los vehículos que provenían del norte y el mismo sitio se constituia en la última parada antes del arribo a la Capital Federal.
En una nota que publicara hace algún tiempo El Diario, Francisco Bartonek, quien durante años se desempeñara como mozo en el lugar, relató dos hechos llamativos que acontecieron en «Achalay». Cierta vez, un estudiante de derecho de nuestra ciudad debía viajar hasta Rosario y había perdido el colectivo que lo llevaría, Bartonek hizo una gestión para solucionar el problema y viendo que en la confiería se encontraba Juan Manuel Fangio, se acercó a él explicándole la situación y pidiéndole por favor, que llevara al joven. El quíntuple accedió pero bajo dos condiciones: «Que no fume y que no hable». Así viajó con Fangio hasta Rosario quien hoy es un conocido abogado de Baradero.
En otra ocasión había venido a visitar Baradero Alberto J. Armando invitado por el Club Atlético; al atardecer, Armando se encontró en el parador «Achalay» con José Francisco Sanfilippo quien rfegresaba de jugar con su equipo un partido en la ciudad de Rosario. En una mesa del lugar, ambas personas charlaron y la conversación finalizó con el acuerdo para que el goleador firmara contrato para jugar en Boca Juniors.
La ampliación de la ruta hizo que las virtudes de antes dejaran de serlo y así fue que «Achalay» fue perdiendo atractivo desde ese punto de vista y, por supuesto, ante la merma de asistentes ya no resultó posible mantener una estructura diseñada para otra realidad… y el tiempo se lo llevó. Hoy quedan algunas paredes, solamenre reconocibles para quienes lo vieron grandioso y llamativo con su cartel luminoso de grandes letras color verde: «Achalay» que, decían, en lenguaje quecha significa «Qué lindo», y así era.
G. M.

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1 COMENTARIO

  1. Hermosísimo relato, mil gracias. Una de nuestras grandísimas aventuras de pibes era ir en bicicleta desde la plaza mitre hasta el Mononlito o Chocolatín de la Primera Colonia Suiza, en el cruce del acceso con la nueve. A veces nos atrevíamos a pedalear (con inmenso peligro) hasta el Achalay, y ahí nos sentabamos en una mesa de los ventanales (para vigilar nuestras bicicletas) y bebíamos una Coca-Cola triunfal. Hermoso y misterioso lugar, para estos pibes baraderenses (mi barrita amigos y yo).

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