Recibí un mail de un amigo de México, donde me envía una nota que salio en varias revista.
Se trata de una cultura de vida, si bien es muy interesante, a mi criterio, difícil de alcanzar, quería compartirla con aquellos que tengan tiempo de leerla.
CULTURA DEL SLOW DOWN
Ya tengo 18 años desde que ingresé a la Volvo, una empresa Sueca.
Trabajar con ellos es una convivencia muy interesante. Cualquier proyecto aquí demora dos (2) años para concretarse, aunque la idea sea brillante y simple. Es una regla.
Los procesos globalizados causan en nosotros (brasileños, argentinos, paraguayos, peruanos, bolivianos, chilenos, venezolanos, colombianos, mexicanos, caribeños, australianos, asiáticos, etc.) Una ansiedad generalizada en la búsqueda
de resultados inmediatos.
En consecuencia, nuestro sentido de la urgencia no surte efecto dentro de los plazos lentos de los suecos. Los suecos debaten, y debaten, realizan “n” reuniones, ponderaciones, etc. ¡Y trabajan! Con un esquema más bien
slow down. Lo mejor es constatar que, al final, esto acaba siempre dando resultados en el tiempo de ellos (los suecos) ya que, conjugando la madurez de la necesidad con la tecnología apropiada, es muy poco lo que se pierde por
aquí en Suecia.
Lo resumo así:
1. Suecia es del tamaño del estado de Sao Paulo (Brasil).
2. Suecia tiene tan sólo dos millones de habitantes.
3. La ciudad más grande, Estocolmo, tiene apenas 500.000 habitantes.
4. Empresas de capital sueco: Volvo, Scania, Ericsson, Electrolux, ABB, Nokia, Nobel.
Nada mal, ¿no? Para tener una idea de la importancia de ellas basta mencionar que Volvo es la que fabrica los motores propulsores para los cohetes de la NASA. Los suecos pueden estar equivocados, pero son ellos quienes pagan mi
salario. Por ahora, menciono especialmente que no conozco un pueblo, como pueblo mismo, que posea más cultura colectiva que los suecos.
Voy a contarles una historia corta, sólo para darles una idea:
La primera vez que fui para Suecia, en 1990, uno de mis colegas suecos me recogía del hotel todas las mañanas. Estábamos en el mes de septiembre, hacía algo de frío y nevisca. Llegábamos temprano a la Volvo y él estacionaba el
auto muy lejos de la puerta de entrada (son 2000 empleados que van en coche a la empresa).
El primer día no hice comentario alguno, tampoco el segundo, o el tercero. En los días siguientes, ya con un poco más de confianza, una mañana le pregunté a mi colega: “¿Tienen ustedes lugar fijo para estacionar aquí? Noté que llegamos temprano, con el estacionamiento vacío y dejaste el coche al final de todo…”.
Y él me respondió simplemente: “Es que como llegamos temprano tenemos tiempo para caminar, y quien llega más tarde, ya va a llegar retrasado y es mejor que encuentre lugar más cerca de la entrada a la empresa. ¿No te
parece?”
Imaginen la cara que puse. Y con ella fue suficiente para que yo revisara, a profundidad, todos mis conceptos anteriores. En la actualidad, hay un gran movimiento en Europa llamado Slow Food.
La Slow Food International Association, cuyo símbolo es un caracol, tiene su central en Italia (un espacio en la Internet que es muy interesante, visítalo).
Lo que el movimiento Slow Food predica es que las personas deben comer y beber lentamente, dándose tiempo para saborear los alimentos, disfrutando de la preparación, en convivencia con la familia, con los amigos, sin prisa y con calidad. La idea es contraponerse al ánimo del Fast Food y lo que éste representa como estilo de vida.
La sorpresa, por tanto, es que ese movimiento de Slow Food está sirviendo de base para un movimiento más amplio, llamado Slow Europe, como resaltó la revista Business Week, en una de sus últimas ediciones europeas.
La base de todo está en el cuestionamiento de la “prisa” y de la “locura” generadas por la globalización, por el deseo de “tener en cantidad” nivel
de vida, en contraposición al de tener en “CALIDAD”, “Calidad de Vida” o “Calidad del Ser”.
Los operarios franceses, según la revista Business Week, aunque trabajen menos horas (35 horas por semana) son más productivos que sus colegas estadounidenses o británicos.
Y los alemanes, que en muchas empresas ya implantaron la semana de 28 horas de trabajo, vieron su productividad aumentar en un elogiable 20%.
Esa llamada slow attitude está llamando la atención hasta de los estadounidenses, discípulos del fast (rápido) y del do it now ! (¡Hágalo ya! ¡Apúrese!).
Por tanto, esa actitud sin prisa no significa hacer menos ni tener menor productividad.
– Significa, sí, trabajar y hacer las cosas con “más calidad” y “más productividad”, con mayor perfección, con atención a los detalles y con menos estrés. Significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempo
libre, del placer del buen ocio o el ocio constructivo, y de la vida, en las pequeñas comunidades. Del “aquí” presente y concreto, en contraposición contra lo global, indefinido y anónimo.
– Significa retomar los valores esenciales del ser humano, de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la simplicidad de vivir y convivir, y hasta de la religión y de la fe.
– Significa un ambiente de trabajo menos coercitivo, más alegre, más leve y por lo tanto, más productivo, donde los seres humanos realizan, con placer, lo que mejor saben hacer o dedicación de aprender lo que no saben.
En la película Perfume de Mujer hay una escena inolvidable, en la que el ciego (interpretado por Al Pacino) invita a una muchacha a bailar y ella responde: «No puedo, pues mi novio va a llegar en pocos minutos». A lo que el ciego responde: «Pero es que en un momento, se vive una vida», y la saca a bailar un tango. El mejor momento de la película es esta escena de sólo dos o tres minutos. .
Muchos viven corriendo detrás del tiempo, pero sólo lo alcanzan cuando mueren, ya sea de un infarto o un accidente en la autopista, por correr para llegar a tiempo, o para otros que están tan ansiosos por vivir el futuro que se
olvidan de vivir el presente, que es el único tiempo que realmente existe.
Todos en el mundo tenemos tiempo por igual, pues nadie tiene ni más ni menos de 24 horas por día. La diferencia está en el empleo que cada uno hace de su tiempo.
Necesitamos saber aprovechar cada momento, porque, como dijo alguien por ahi, << La vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro>>.
Falta tiempo cuando falta el espíritu de vivir, es un asunto de prioridades, porque no hay un compromiso consigo mismo. Tres factores nos aniquilan: cuando evitamos el riesgo, eludimos la responsabilidad y nos oponemos a los
cambios .
Felicitaciones por haber conseguido leer este mensaje hasta el final. Hay muchos que lo habrían dejado por la mitad para “no perder tiempo”, tan valioso en este mundo globalizado, porque su brainwash es que el tiempo es dinero.
¡APRESÚRATE A VIVIR DESPACIO
Claudio Baligan