Una vez más, Maximiliano Espinillo fue la figura de Los Murciélagos. El cordobés de los peinados raros destrabó un partido complicado y fue fundamental para vencer a China por 2-0 en la primera semifinal de fútbol para ciegos de los Juegos Paralímpicos de Tokio. Así, Argentina jugará su segunda final en un Juego Paralímpico después de 17 años cuando en Atenas 2004 consiguió la medalla plateada.
Ahora en Tokio, entre la lluvia, el campo mojado y la solidez defensiva de China, a la Argentina le costó tomar las riendas del partido. Trabadísimo y con escasas situaciones de peligro, una constante de los duelos con los asiáticos.
Parecía una noche negra y complicada cuando Espinillo, justo él, falló el penal a 5 minutos del descanso. Pero el goleador tuvo su revancha con otro penal –en este caso por acumulación de faltas de China-. Espinillo lo pateó igual que el anterior, abajo a la derecha del arquero, y festejó.
Ese gol que destrabó el partido facilitó el panorama. Argentina se sacó la presión y levantó el nivel de su juego. Espinillo se inspiró, robó una pelota, encaró y pateó. La pelota sonora dio en un palo, en la espalda del arquero y entró pidiendo permiso.
Así, Los Murciélagos se aseguraron una medalla porque jugarán la gran final contra el ganador de Brasil y Marruecos. Será la segunda oportunidad para ganar la dorada paralímpica. La primera vez, en aquella final de Atenas, no estuvo Espinillo en cancha. Ahora con Maxi, todo es posible.

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