En una época en que la cocina y la gastronomía se democratizaron hasta el punto de que los concursos de cocineros y los influencers gourmets son legión, Blanca Cottaera una de las últimas sobrevivientes de una raza de cocineras y divulgadoras de la cocina que, durante la segunda mitad del siglo XX, sentaron las bases para que millones de argentinos se animaran a sofisticar su alimentación.

Nacida en 1925 en La Pampa, Blanca marcó, junto con Doña Petrona, Choly Berreteaga, Marta Beines, Chichita de Erquiaga y Miriam Becker, toda una época de la enseñanza de la cocina a nivel masivo, desde la televisión, con el gran clásico de “Buenas tardes, mucho gusto”, en el que fue la guionista durante casi una década, pero también desde la gráfica, con multitud de libros y suplementos especializados del diario Clarín.

Porque Blanca logró un verdadero record en la cocina argentina: durante medio siglo publicó sus recetas de manera ininterrumpida en las páginas de Clarín, ya fuera en la revista, en el suplemento de cocina, o en fascículos coleccionables donde la cocinera desplegaba todo su arte, el cual iba mucho más allá de los fuegos.

Es que Cotta fue, por otro lado, una rara avis para el mundo de las cocinas: de formación docente (ejerció durante varios años como profesora de Letras en distintas Escuelas Normales de la Ciudad de Buenos Aires), en 1953 se convirtió en Secretaria de Redacción de la revista “Mucho gusto”, y su vida cambió para siempre. Su amor por la cocina se unió con su calidad literaria, lo que le sería muy útil durante toda su larga trayectoria, tanto como guionista y escritora de libros y suplementos especializados.

Pero su curiosidad fue mucho más allá, porque Blanca llegó a ser autora, guionista e ilustradora de programas infantilescomo “Juguemos en el patio” y “Juguemos en el 13”, y hasta compuso canciones para los discos “Canela canta las reglas de ortografía” y “Canción para mamá”.

Siempre hay recetas nuevas para mostrar. Hay una base que no cambia, pero en algún momento de la elaboración aparece la fantasía, la experimentación. Y ahí es donde aparece la magia de los nuevos sabores”, solía decir, algo que respetó hasta el último día de su abnegado trabajo de divulgación. Los cocineros de toda la Argentina le están eternamente agradecidos por enseñarnos a comer mejor y más variado.

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