Casa donde viviera Arsenio Navarro
Casa donde viviera Arsenio Navarro

Arsenio Navarro era, principalmente, pintor de brocha; el oficio que le permitió ganarse la vida mientras tuvo salud. También fue periodista, fundador, director y editor del semanario «Tierra greda» que, aparecido en el año 1943, apenas tiró siete números, lamentablemente hoy inhallable cualquiera de ellos. Fue también caricaturista fino y hombre característico «del bajo» donde siempre vivió por elección propia. Buen nadador, enseñó a nadar a decenas de jóvenes de su tiempo, siempre gratis, ni hablar de plata para esas cosas.

Mezcla de anarquista devenido en socialista juanbejustista, escribía con un estilo muy particular «distinto a todos» solía decir don Antonio Lacerna que lo conocía y apreciaba como pocos. Es decir que Navarro, que era un autodidacta, tenía un estilo propio para la escritura, algo que no es fácil encontrar.

Cuando por razones de edad avanzada no pudo trabajar más, se dio cuenta que no podía vivir sin ingresos; su manera de vivir hizo que nunca aportara y al cabo no pudo jubilarse. La miseria, «en su afán de perseguir de mil modos» hizo que se fuera desprendiendo de sus escasos bienes y terminara por buscar refugio bajo unas chapas en la zona del Tiro Federal donde, para colmo de males, una mañana despertó con un ACV que lo dejó tullido. Los útimos días de su vida los pasó un tanto mejor merced a una pensión de la provincia que el entonces diputado Alfredo Cossi le consiguiera.

Gracias al aporte y el cuidado que pone en la preservación de nuestras cosas históricas el lector Julio Firpo, se publican a continuación algunas líneas que Navarro escribiera y cobraran estado público a través de las páginas de «La Opinión», quizás a principios de la década del 70, las que reflejan su estilo y también sus ideas.

Los impuestos

En la cubierta de un «Caras y Caretas» viejísimo veo un lobo peludo y baboso cabalgando sobre el mundo. Representa al fisco insaciable. Antes y ahora, el Estado, o mejor dicho los señores que dirigen el Estado, están apoltronados esperando que la gente trabaje para caerle como chacales hambrientos, sin lástima y sin escrúpulos, con nuevas tasas impositivas.

Con políticos

Vez pasada estuve en Sportivo y escuché a varios políticos que se reunieron en una mesa redonda. He estado meditando sobre lo que allí se dijo porque merece la pena. Se habló con insistencia de un cambio profundo de estructuras sociales.

Es claro que lo ideal sería la no dependencia del impoerialismo yanqui y el acceso a la tierra de los trabajadores.

Se habló de las maneras posibles de llegara la realización de ese ideal y cómo evitar las fuerzas represivas al servicio incondicional del aparato burgués.

Preguntado el Dr. Alende cómo sería ese cambio, dijo: «Socializando los medios de producción». Ya lo dijo hace como ochenta años el Dr. Juan B. Justo.

Preguntado sobre qué opinaban de los medios violentos, respondióm uno de los oradores con los versos inmortales de José Hernández: «Las armas son necesarias pero naide sabe cuando».

Se dijo también que las elecciones convocadas por el gobierno son condicionadas y por ende tramposas.

La trampa no estará en el acto del comicio sino después cuando el nuevo presidente argentino deba cumplir (sine qua non) las directivas de las fuerzas armadas.

La propiedad de la tierra

Los cristianos fueron condenados a «laburá», como dice un amigo mío que es hippie, desde que Eva y Adán ¡golosos!, se comieron la manzana. Pero muchos hombres deseosos de trabajar encuentran que la tierra está ocupada. ¿Cómo cumplir con el precepto bíblico y cómo cumplir con el carnicero y el panadero?

La injusticia y el despojo arbitrario se han venido realizando desde la época de la colonia. Posteriormente a los gauchos se les hizo la gran estafa. Conviene leer la parte pertinente del «Martín Fierro».

La iglesia

Los curas desalojan de la tierra a los agricultores pero les prometen algo tan abstracto como el cielo azul, donde los pobres de espíritu y de plata, ya sin su envoltura carnal, podrán gozar de una felicidad eterna. Desconfío. ¿En qué consiste esa felicidad? ¿Cómo se estará allá arriba? ¿No habrá demasiado frío?

Yo decididamente permutaría el pedazo de cielo que me tocará por un cachito de tierra fértil donde poder criar chanchos y sembrar hortalizas. Vale más pájaro en jaula que buitre volando.

GM

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