Silvio Velo nació ciego. Pero eso nunca lo limitó. Ni cuando en su infancia en San Pedro jugaba en el potrero con sus hermanos y amigos, dándoles ventaja porque no podía ver la pelota. Ni cuando decidió seguir su sueño futbolero y tuvo que remarla desde abajo en una época en la que el deporte paralímpico era considerado más una actividad de inclusión social que competitiva. Ni siquiera cada vez que eligió -y elige- enfrentar desafíos que pueden parecer imposibles para alguien con su discapacidad.

Él siempre se sintió capaz de hacer todo lo que quería. E hizo todo lo que sintió ganas de hacer. Incluso cumplió ese anhelo que tenía de chico de ser futbolista y hasta se dio el gusto de ganar dos Mundiales, colgarse tres medallas paralímpicas y ser considerado durante ocho años como el mejor jugador del mundo en su disciplina.

Silvio Velo, el "Messi" de Los Murciélagos, también es un crack en el Aconcagua

El fútbol es su vida. Y aunque lo que lo mueve como deportista es seguir compitiendo y ganando -con 48 años se entrena todos los días con el equipo de Boca y con el seleccionado argentino, con el que apunta a Tokio 2020-, para él, el deporte, como cada nuevo proyecto que encara, es una herramienta para hacer escuchar su mensaje.

«Hoy mi desafío es ayudar a que la gente descubra que todos podemos cumplir nuestros sueños. No solo algunos. Yo nací con una situación totalmente adversa. Nací ciego, pobre, no tenía nada. Pero tenía un sueño que era jugar al fútbol. No sabía dónde ni cómo lograrlo. Pero perseguí ese sueño y llegué hasta donde estoy hoy. Por eso creo que soy una voz autorizada para decir que siempre se puede», reflexiona Velo en charla con Clarín.

"Arranqué jugando al fútbol con mis hermanos con una pelota convencional. Daba ventaja pero no me importaba. Yo quería estar ahí y disfrutaba", cuenta el sampedrino, capitán del seleccionado argentino de fútbol para ciegos desde hace casi 30 años. Foto AFP/ Yasuyoshi Chiba

«Arranqué jugando al fútbol con mis hermanos con una pelota convencional. Daba ventaja pero no me importaba. Yo quería estar ahí y disfrutaba», cuenta el sampedrino, capitán del seleccionado argentino de fútbol para ciegos desde hace casi 30 años. Foto AFP/ Yasuyoshi Chiba

Basta repasar su vida y su carrera -o simplemente escucharlo unos minutos- para darse cuenta de que habla con razón.

clarín.com.ar

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