El fallecimiento de personajes públicos siempre da lugar a la reflexión. Cómo han pasado sus últimas horas, sobre su carrera, sobre sus logros o manchas dentro de su trayectoria. Este no es el caso modelo, quizás por no ser una figura tan sobresaliente, pero no por eso menos importante y menos reconocida, ya que, es uno de los pocos que logro “tocar el cielo con las manos” en lo suyo. Este lunes volvió a tocarlo.

José Luis “Tata” Brown, campeón del mundo y autor de uno de los goles en la final contra Alemania en México 1986, un zaguero central áspero que, además de jugar esa final con el hombro dislocado, lucho hasta el minuto 90 contra el Alzheimer, pero este lunes lo venció. Por eso, aunque no seamos de la generación que vio a la Selección campeona del mundo, siempre es justo y atinado recordar a sus protagonistas.

El “Tata”, un pibe humilde de La Plata que entrenaba y trabajaba, hasta que puede vivir del fútbol. Debutó en Estudiantes de La Plata donde jugó ocho temporadas y fue figura y capitán del equipo campeón en 1982, dirigido por Carlos Bilardo. Es transferido a Nacional de Colombia por dos años, para luego regresar al país y jugar en Boca y en Deportivo Español. Tuvo también un paso por el fútbol europeo, en el Stade Brestois de Francia y en el Real Murcia de España, para regresar y finalizar su carrera en 1990 en Racing.

En cuanto a la Selección Argentina, José Luis jugó 36 partidos y convirtió un solo gol, “el gol soñado” como lo definía él, aquel cabezazo anticipando al arquero alemán Schumacher en el Estadio Azteca, en la final de México 1986, mundial al que originariamente no iba a jugar, pero tras una lesión de Daniel Pasarella entró a la nómina y no salió del equipo en toda la copa. Era de esos centrales que le gustaban al Doctor, del riñon pincharrata, cumplidor y efectivo, Tata Brown fue uno de los pilares para levantar por segunda vez en la historia la copa del mundo.

De la manera que fue despedido en la sede de Estudiantes de La Plata, por ex compañeros, colegas del fútbol y el público Pincha, sobre todo, nos ayuda a entender, a aquellos que no fuimos contemporáneos de esta clase de jugadores, sobre la calidad humana más allá del futbolista que fue José Luis Tata Brown. Con solo 62 años, el recuerdo para uno de los pocos que supo alcanzar la gloria deportiva representando a nuestro país será enorme.

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