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Un medio de la localidad de Ramallo, informó que a principios de esta semana en la zona de islas se encontró esta víbora, la misma pesa unos 35 kg, mide 2 metros y se trata de una ñacaniná de agua.

Al principio los vecinos se asustaron por su tamaño pero un baqueano los tranquilizó al informarlos de que la ñacaniná es una víbora constrictora de agua.

Se lo conoce también por los siguientes nombres vulgares: Yacaniná, Boipevacú, Surucucú do Pantanal, Pepeva y Falsa cobra.

La ñakanina o ñacaniná (Hydrodynastes gigas) es una especie de serpiente sudamericana.

Se encuentran con pigmentación de la piel en colores negro, parduzco u ocre.

En general, esta serpiente posee el área dorsal de tono amarillento-ocre brillante o rojizo, con bandas o anillos irregulares, por lo común anchos y dispuestos en forma transversal, cuya mayor densidad se da en la región posterior y caudal del cuerpo.

De joven sufre la amenaza de numerosos predadores. Pueden atacarlo aves rapaces, mamíferos carniceros, Yacarés y también peces de talla superior, Lagartos overos y hasta serpientes como la Musaraña, «Clelia clelia». Estos peligros disminuyen más tarde, ya que sólo los enemigos de gran talla pueden enfrentarse con él.

Habita las zonas de Brasil, Bolivia, Guyana Francesa, Paraguay, Venezuela y Argentina, ubicándosela en las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Misiones, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos y Formosa.

Es una culebra de hábitos anfibios.

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Halla su ámbito natural en las zonas de pantanos, lagunas, bañados y arroyos. Es buena nadadora y llega a permanecer algunos minutos sumergida. La ñacaniná es de hábitos más diurnos que nocturnos.

La ñacaniná es, por lo general, una especie ágil y característicamente agresiva. Cuando es perturbada se irrita dilatando el cuello, levantando la cabeza y la tercera parte anterior del cuerpo de un modo que recuerda a la afamada cobra de la India.

Cuando se asusta o irrita aplana la región cervical o el tercio anterior del tronco, evidenciando su capelo al estilo de una verdadera Cobra del viejo mundo.

La destrucción indiscriminada de estas especies contribuye a la supervivencia de numerosos carnívoros, así como aves, roedores, anfibios y peces que resultan vectores o transmisores de muchas enfermedades peligrosas para el hombre.

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La caza de esta especie con fines comerciales, por el interés de su piel, ha llevado a establecer leyes internacionales que la protejan del peligro de extinción que la amenaza.

La amenazan no solo los intereses comerciales sino además la falsa creencia de que son altamente venenosas y leyendas que dicen que traen mala suerte o que son personificación del diablo.

Fotos: laradioramallo.com.ar

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